El aroma de su piel
no deja de entrar
por los tragaluces de mi casa,
siempre se escabulle,
junto al perfume de la huerta,
por cada portillo,
puerta o ventana abierta.
El aroma de su piel
se encuentra en cada rincón,
en los trillos de mi fundo,
en la ribera del arroyo,
en el viento iracundo.
El aroma de su piel
ha penetrado en la mía,
con su olor estoy saliendo
de noche y de día.
El aroma de su piel
me aturde,
me embriaga,
me delata y cada noche
no dejo de dormir
con el.
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