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Décimas a mi muerte (II)

De tanto saberte mía,
muerte, mi muerte sedienta,
no hay minuto en que no me sienta
tu invasión lenta y sombría.
Antes no te conocía
o procuraba ignorarte,
pero al sentirte y pensarte
he podido comprender
que vivir es aprender
a morir para encontrarte.


ELÍAS NANDINO




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