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25 poemas aleatorios en audio

 
   Lleno de mí, sitiado en mi epidermis... (Muerte sin fin) Lleno de mí, sitiado en mi epidermis... (Muerte sin fin) de José Gorostiza

   José Gorostiza
      Por José Gorostiza    
primeros versos

Lleno de mí, sitiado en mi epidermis por un dios inasible que me ahoga, mentido acaso por su radiante atmósfera de luces que oculta mi conciencia derramada, mis alas rotas en esquirlas de aire, mi torpe andar a tientas por el lodo; lleno de mí ahíto me descubro en la imagen atónita del agua...

 
   Nieve en la terraza Nieve en la terraza de Enzia Verduchi

   Enzia Verduchi
      Por Enzia Verduchi    
primeros versos

Dicen que conocí la nieve en una terraza, pero jamás la he tocado, su blandura o su dureza desconozco. En cambio recuerdo esa terraza por un pino enorme en una maceta, por mis padres bailando Lady day en voz de Sinatra, por la felicidad que ofrecía mirar hacia todos lados...

 
   Cinco veces la flor Cinco veces la flor de Alejandro Aura

   Alejandro Aura
      Por Alejandro Aura    
primeros versos

Tres: Alguien dejó una flor de papel sobre mi mesa, es linda y morada y verde, gracias. Esperé una flor toda la vida, y hoy, martes raspado de melancolía, no sé de dónde, me ha llegado. Pinche florecita de papel, te quiero...

 
   La materia deshecha La materia deshecha de José Emilio Pacheco

   José Emilio Pacheco
      Por Carmen Feito Maeso    
primeros versos

Vuelve a mi boca, sílaba, lenguaje que lo perdido nombra y reconstruye. Vuelve a tocar, palabra, el vasallaje con tu propio fuego te destruye. Regresa, pues, canción, hasta el paraje en donde el tiempo acaba mientras fluye. No hay monte o muro que su paso ataje: lo perdurable, no el instante, huye...

 
   Sitios Sitios de Juan Bañuelos

   Juan Bañuelos
      Por Juan Bañuelos    
primeros versos

Andenes agobiados por la carga y descarga de mercancías que suenan como cráneos. Techos de nubes como tifones aún dormidos. Uno descansa al horizonte como un vaso de aguardiente sobre una mesa lacónica y de cedro. Aquél devana una madeja de liendres instantáneas. El ojo cambia...

 
   Si te revuelca la ola... Si te revuelca la ola... de Fabio Morábito

   Fabio Morábito
      Por Fabio Morábito    
primeros versos

Si te revuelca la ola procura que sea joven, esbelta, ardiente, te dejará molido el cuerpo y el corazón más grande; cuídate de las olas retóricas y viejas, de las olas con prisa, y la peor de todas, de la ola asesina, la ola que regresa.

 
   La septuagésima séptima La septuagésima séptima de Alejandro Aura

   Alejandro Aura
      Por Alejandro Aura    
primeros versos

pues todo hacia un limitado fin se encamina la cabra la piedra la estrella el paso decidido todo un fin próximo y sabido al migajón a la pulga al agua ¿al agua dije? ¿se acabarán el agua el fuego el viento y la tierra? mucho más pronto que la sorpresa de imaginarlo...

 
   No oyes ladrar a los perros No oyes ladrar a los perros de Juan Rulfo

   Juan Rulfo
      Por Juan Rulfo    
primeros versos

Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte. No se ve nada. Ya debemos estar cerca. Sí, pero no se oye nada. Mira bien. No se ve nada. Pobre de ti, Ignacio. La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba abajo, trepándose a las piedras...

 
   Jardín con niño Jardín con niño de Octavio Paz

   Octavio Paz
      Por Octavio Paz    
primeros versos

A tientas, me adentro. Pasillos, puertas que dan a un cuarto de hotel, a una intersección, a un páramo urbano. Y entre el bostezo y el abandono, tú, intacto, verdor sitiado por tanta muerte, jardín revisto esta noche. Sueños insensatos y lúcidos, geometría y delirio entre altas bardas de adobe...

 
   El ladrón El ladrón de Enrique González Martínez

   Enrique González Martínez
      Por Enrique González Martínez    
primeros versos

Del jardín de mis hurtos, fui señor y soy reo. Abrí todas las puertas del edén de la vida, si alguna cerró el paso, la forzó mi deseo. Aprisioné cien años la alondra y el gorjeo; cien años hinqué el diente en la fruta prohibida. Expulsado y proscrito el castigo perdura...

 
   Un beso nada más Un beso nada más de Manuel María Flores

   Manuel María Flores
      Por Frank Moro    
primeros versos

Bésame con el beso de tu boca, cariñosa mitad del alma mía: un solo beso el corazón invoca, que la dicha de dos... me mataría. ¡Un beso nada más!... Ya su perfume en mi alma derramándose la embriaga y mi alma por su beso se consume y por mis labios impaciente vaga...

 
   Cirabel Cirabel de Homero Aridjis

   Homero Aridjis
      Por Homero Aridjis    
primeros versos

Cirabel llego siempre a tu aposento con una confusión de bocas y una zozobra de hombre a traerte la ofrenda cotidiana de mis manos huecas Más o menos cuando la ceniza de la noche se derrama sobre tus pupilas igual que ante una ciudad inerme Anudado tu grito de silencio...

 
   Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses... Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses... de Eduardo Lizalde

   Eduardo Lizalde
      Por Eduardo Lizalde    
primeros versos

Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses; que se pierda tanto increíble amor. Que nada quede, amigos, de esos mares de amor, de estas verduras pobres de las eras que las vacas devoran lamiendo el otro lado del césped, lanzando a nuestros pastos las manadas de hidras y langostas de...

 
   Primero sueño (fragmento) Primero sueño (fragmento) de Sor Juana Inés de la Cruz

   Sor Juana Inés de la Cruz
      Por Ofelia Medina    
primeros versos

Pero apenas la bella precursora signífera del Sol, el luminoso en el Oriente tremoló estandarte, tocando al arma todos los suaves si bélicos clarines de las aves (diestros, aunque sin arte, trompetas sonorosos), cuando como tirana al fin, cobarde, de recelos medrosos embarazada,...

 
   Surco rotura nuevo mi corteza... Surco rotura nuevo mi corteza... de Salvador Novo

   Salvador Novo
      Por Salvador Novo    
primeros versos

Surco rotura nuevo mi corteza dura de inviernos y de cicatrices; avanzan más profundas mis raíces a sorber a la tierra fortaleza. Despojada de flores y maleza, quemen mis hojas áridos tapices y crepiten o tristes o felices , lograda en la ceniza su pureza...

 
   La canción del otoño La canción del otoño de Manuel José Othón

   Manuel José Othón
      Por Eduardo Lizalde    
primeros versos

Zumba ¡oh viento! zumba y ruge dispersando la simiente; que la crútula reviente a la furia de tu empuje. La hojarasca cruje, y cruje el ramaje tristemente; que tu garra prepotente los retuerza y los estruje. Resonando las serojas se estremecen al chasquido que crepita en las panojas...

 
   Pecho Pecho de Griselda Álvarez Ponce de León

   Griselda Álvarez Ponce de León
      Por Griselda Álvarez Ponce de León    
primeros versos

Pecho Sombra tu pecho para el sol quemante lunar colina, seda por vellosa. dura almohada en la que me reposa de fatigas el día trashumante. Por un misterio isócrono constante alza y baja la vida jubilosa, pájaro el corazón vuela y se posa, para dormir en el nidal amante...

 
   Umbral del hijo Umbral del hijo de Jaime García Terrés

   Jaime García Terrés
      Por Jaime García Terrés    
primeros versos

Viva sospecha de carne no mirada, voz ya, promesa de más cautelas y solicitudes, palabra todavía, que figura tinieblas aledañas. Allí se mueve, sólido, cuerpo que no se ve pero se siente, se sabe, se dibuja con dormidos asedios entretanto. Amor ayer, hoy prisionero leve, árbol será...

 
   Canciones para el celebrante Canciones para el celebrante de Thelma Nava

   Thelma Nava
      Por Thelma Nava    
primeros versos

Espléndido animal, óyete resonar por la noche como un tren que conoce el lugar de su destino. No preguntes a nadie cuál es el sitio. Para el que indaga no está reservada la respuesta. ¿Quién, celebrante, se atrevería a ponerse el olor del mar, la túnica de los desaparecidos?...

 
   Cartas desde Bonampak Cartas desde Bonampak de Efraín Bartolomé

   Efraín Bartolomé
      Por Efraín Bartolomé    
primeros versos

Llueve. Llueve desde hace días. Hoy desperté con una sensación de tibia soledad. Desde mi hamaca escucho el chasquido parejo de la lluvia. Días atrás los chicleros mataron un gran tigre: me dolió, pero me gustaría llevarme la piel para que en ella duermas. Ayer salí a caminar bajo la lluvia...

 
   Es tan blanca, tu piel, como la nieve... Es tan blanca, tu piel, como la nieve... de Fernando del Paso

   Fernando del Paso
      Por Fernando del Paso    
primeros versos

Es tan blanca, tu piel, como la nieve. La nieve quiere al sol por lo brillante. Y el sol, que se enamora en un instante, se acuesta con la nieve y se la bebe. El sol, aunque es muy grande, no se atreve a hacerse olvidadizo y arrogante: se acuerda de su novia fulgurante y se pone a...

 
   Días nuevos Días nuevos de Enriqueta Ochoa

   Enriqueta Ochoa
      Por Enriqueta Ochoa    
primeros versos

Nuevas vidas vendrán y se acostarán a parir un siglo solar. Nuevos días y nuevas vidas vendrán los días tiernos y verticales las vidas con la humedad del cuerpo futuro sembrando en los predios azules del amor. Las llamaradas salen...

 
   Dime mujer Dime mujer de Tomás Segovia

   Tomás Segovia
      Por Tomás Segovia    
primeros versos

Dime mujer dónde escondes tu misterio mujer agua pesada volumen transparente más secreta cuando más te desnudas cuál es la fuerza de tu esplendor inerme tu deslumbrante armadura de belleza dime no puedo ya con tantas armas mujer sentada acostada abandonada enséñame el reposo....

 
   La libertad inútil La libertad inútil de Carmen Alardín

   Carmen Alardín
      Por Carmen Alardín    
primeros versos

Antes de morir, la vida se te vuelve fácil como cuando en un empleo aprendes la estrategia y a la hora siguiente te despiden. Algunas horas antes de morir te sientes libre. Perdiste ya los brazos entre máquinas. Impregnaste tus penas en los muros antiguos. Te quitaste la capa en que escondías los abrazos...

 
   Se dice del amor Se dice del amor de Fernando Sánchez Mayans

   Fernando Sánchez Mayans
      Por Fernando Sánchez Mayans    
primeros versos

Si sólo fuera amor una palabra una nocturna frase dicha de momento nada más. Y que en aéreo misterioso viaje nos dijera aquí estoy. Y así sencillamente desapareciera dejando intacto al corazón. El pulso acompasado. Si le fuera bastante una voz o una mirada un tacto una memoria lenta que se apaga...