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25 poemas aleatorios en audio

 
   Lagarto Lagarto de Jorge Fernández Granados

   Jorge Fernández Granados
      Por Jorge Fernández Granados    
primeros versos

Camina como un dragón caído que fue despojado del fuego y de las alas. Sobreviviente de una raza de gigantes, hoy luce el agazapado apetito de la demora, el lento, hastiado zigzaguear de un pesimista. Es una piedra en el centro del desierto. Hay otro tiempo detrás de sus ojos...

 
   Procesional Procesional de Francisco González Léon

   Francisco González Léon
      Por Hugo Gutiérrez Vega    
primeros versos

Aquella Hermana de la Caridad: aquella Sor Asunción, que bajo la toca lleva una boca de forma de corazón. Corazón que es dilución de una escala cromática: (el color del labio superior es sonrosado, y rojo ultrasanguíneo el inferior). Aquella monja que se parece a una artista de cine...

 
   Nadie Nadie de Eduardo Zambrano

   Eduardo Zambrano
      Por Eduardo Zambrano    
primeros versos

Pensar que muchos buscan una piedra o la raíz dónde aferrarse para luego seguir nadando contracorriente. ¿Buscar los orígenes hasta quedar en una orilla? ¿Dar sombra a la serpiente y casa al gusano? Ser nadie y aún, como la hoja seca, servir de embarcación a los instintos. Recostado...

 
   El Tajín El Tajín de Efraín Huerta

   Efraín Huerta
      Por David Huerta    
primeros versos

Andar así es andar a ciegas, andar inmóvil en el aire inmóvil, andar pasos de arena, ardiente césped. Dar pasos sobre agua, sobre nada el agua que no existe, la nada de una astilla , dar pasos sobre muertes, sobre un suelo de cráneos calcinados. Andar así no es andar sino quedarse sordo...

 
   Ábrese el fuego... Ábrese el fuego... de Rubén Bonifaz Nuño

   Rubén Bonifaz Nuño
      Por Rubén Bonifaz Nuño    
primeros versos

Abrese el fuego, y salta la burbuja metálica de un pez; barre los ojos una flor instantánea; doble salto mortal, ensaya el corazón. Amigos, algo mejor gocemos que un lamento.Ya, para no caerme, estoy colgado de tu clavo, alegría; de tu absorto badajo, de tu azúcar infalible de mujer conseguida...

 
   Señalaremos... Señalaremos... de Tomás Segovia

   Tomás Segovia
      Por Tomás Segovia    
primeros versos

Señalaremos, al azar tal vez, días especiales consagrados a celebrar el esplendor de nuestro lecho, lugar donde la guerra se derrota a sí misma, donde tú te abres y yo no me cierro, donde los luchadores saben por fin que luchando se hablan y se pertenecen...

 
   Enero era la hierba Enero era la hierba  de Juan Bañuelos

   Juan Bañuelos
      Por Juan Bañuelos    
primeros versos

El sur está en mis lágrimas mientras la lluvia piensa en mis ausentes. Las alas del más pequeño pájaro se pierden en la boca del viento y tú, mi hora augural, desciendes tímida entre tantos recuerdos. Aquí están todos. Vienen reunidos por el tiempo, cojeando entra la niebla y entre quejidos lentos...

 
   Este fácil soneto cotidiano Este fácil soneto cotidiano de Salvador Novo

   Salvador Novo
      Por Salvador Novo    
primeros versos

Este fácil soneto cotidiano que mis insomnios nutre y desvanece, sin objeto ni dádiva, se ofrece al nocturno sopor del sueño vano. ¡Inanimado lápiz, que en mi mano mis odios graba o mis ensueños mece! En tus concisas líneas, aparece la vida fácil, el camino llano. Extinguiré la luz...

 
   Mi secreto Mi secreto de Amado Nervo

   Amado Nervo
      Por Enrique Rambal    
primeros versos

Mi secreto? ¡Es tan triste! Estoy perdido de amores por un ser desaparecido, por un alma liberta, que diez años fue mía, y que se ha ido... ¿Mi secreto? Te lo diré al oído: ¡Estoy enamorado de una muerta! ...

 
   Me besaba mucho Me besaba mucho de Amado Nervo

   Amado Nervo
      Por Oscar Chávez o Claudio Obregón    
primeros versos

Me besaba mucho; como si temiera irse muy temprano... Su cariño era inquieto, nervioso. Yo no comprendía tan febril premura. Mi intención grosera nunca vio muy lejos... ¡Ella presentía! Ella presentía que era corto el plazo, que la vela herida por el latigazo del viento, aguardaba ya...

 
   La soñadora de Ávila La soñadora de Ávila   de Manuel Ponce

   Manuel Ponce
      Por Manuel Ponce    
primeros versos

Vivo en mi primer morada de Amadís y de Morgante, de soñadora y amante y de estar enamorada. Os estoy a vuestra espada, a vuestra voz de diamante; mas vivo, de tal talante, sin vos, sin Dios y sin nada. Por eso, de hoy más, persigo sobre rocín clavileño un Dios Andante y amigo...

 
   Tus ojos son azules como el cielo... Tus ojos son azules como el cielo... de Fernando del Paso

   Fernando del Paso
      Por Fernando del Paso    
primeros versos

Tus ojos son azules como el cielo, el cielo es una diáfana mentira, la mentira, una garza que suspira por besar a una estrella a medio vuelo. La estrella es un secreto de tu pelo, tu pelo es una llama que delira, y la llama un espejo en que se mira con la lengua de fuera, un toro en...

 
   Cantar, Feliciana, intento... Cantar, Feliciana, intento... de Sor Juana Inés de la Cruz

   Sor Juana Inés de la Cruz
      Por Laura Castanedo     
primeros versos

Cantar, Feliciana, intento tu belleza celebrada; y pues ha de ser cantada, tú serás el instrumento. De tu cabeza adornada, dice mi amor sin recelo que los tiples de tu pelo la tienen tan entonada; pues con presunción no poca publica con voz süave que, como componer sabe, él solamente te toca...

 
   Valle de Oaxaca Valle de Oaxaca de Eduardo Zambrano

   Eduardo Zambrano
      Por Eduardo Zambrano    
primeros versos

Ni la vieja gloria de los maravillosos imperios se ha salvado. Ni el orgullo de las catedrales, ni siquiera el remanso de la fe en los monasterios compiten con esa otra arquitectura de cerros y nubes en el Valle de Oaxaca. El tiempo gasta la dura piedra y se desmorona la realidad. El...

 
   Las perfecciones naturales Las perfecciones naturales de José Emilio Pacheco

   José Emilio Pacheco
      Por José Emilio Pacheco    
primeros versos

De las capitanías de la oruga sabe el rosallo que le corresponde Silenciosas boquitas que roen de nocheo bajo la altanera plenitud del gran sol las perfecciones naturales Ante ellas no hay belleza Sólo avidezsólo la necesidad de estar vivas Y perduran matando como nosotros...

 
   La mesa del escribano La mesa del escribano de Eduardo Langagne

   Eduardo Langagne
      Por Eduardo Langagne    
primeros versos

No soy un escritor, soy un escritorio, habría trazado Pessoa con un íntimo ritmo marítimo en el papel amarillento como un mapa sobre la mesa hostil donde escribía las cartas comerciales de su supervivencia. Y Álvaro de Campos habría pensado: no soy una persona, soy un personaje...

 
   Niña Niña de Octavio Paz

   Octavio Paz
      Por Octavio Paz    
primeros versos

Entre la tarde que se obstina y la noche que se acumula hay la mirada de una niña. Deja el cuaderno y la escritura todo su ser dos ojos fijos. En la pared la luz se anula. ¿Mira su fin o su principio? Ella dirá que no ve nada. Es transparente el infinito. Nunca sabrá que lo miraba...

 
   Ex voto a López Velarde Ex voto a López Velarde de José Juan Tablada

   José Juan Tablada
      Por Aurora Molina    
primeros versos

Consagro a su memoria este Retablo: Un lucero nos guía hasta el establo Donde su numen Niño Dios de cera Junto al asno y al buey del Nacimiento, Que humildad y potencia diéranle con su aliento De Reyes y pastores los tributos espera. Pues las dádivas de monarcas y zagales...

 
   Los mirlos Los mirlos de Alberto Blanco

   Alberto Blanco
      Por Alberto Blanco    
primeros versos

El canto de los mirlos compuesto en la quietud es como un pensamiento. Por momentos parece crecer para luego concentrarse en su puntual irradiación. Si se le presta atención cada pétalo de sonido convoca a su contrario. Se diría que este silbido es tan sólo la mitad de una canción inaudita...

 
   Sectas Sectas de Eduardo Zambrano

   Eduardo Zambrano
      Por Eduardo Zambrano    
primeros versos

Hay quienes temen perder la eternidad en un momento. otros pierden todos los días el momento al resguardo de la eternidad. Dos sectas. Dos abismos paralelos. Pero qué se puede salvar de los salvos sino el excremento. Y qué se puede salvar del excremento si no es un tufo de bondad...

 
   Los doce apóstoles mandan por Tamayo Los doce apóstoles mandan por Tamayo de Alejandro Aura

   Alejandro Aura
      Por Alejandro Aura    
primeros versos

Caballeros sentados en el éter cantaban espasmódicas salmodias y en el gusto y color de sus melodías dibujábanse gréculas de suéter, grequillas de zigzagues como el rayo, cenefas que entreveran masallases, columnatas, ribetes, antifaces, hojitas de septiembre, enero y mayo. Pensando entretener eternidades...

 
   La desilusión La desilusión de Eduardo Langagne

   Eduardo Langagne
      Por Eduardo Langagne    
primeros versos

Te azota. Trenza un látigo de lianas secas. Se mofa manojo de flores marchitas que se agita frente a tu rostro . Te obliga a respirar aire doliente, a beber agua estancada. Distrae tus oídos con sonidos quejumbrosos. Coloca un velo oscuro al paisaje que ansías. Hace tu vino agrio, espina tu mano...

 
   Desamor Desamor de Rosario Castellanos

   Rosario Castellanos
      Por Rosario Castellanos    
primeros versos

Me vio como se mira al través de un cristal o del aire o de nada. Y entonces supe: yo no estaba allí ni en ninguna otra parte ni había estado nunca ni estaría. Y fui como el que muere en la epidemia, sin identificar, y es arrojado a la fosa común. De: Poesía no eres...

 
   Décimas de la angustia Décimas de la angustia  de Fernando Sánchez Mayans

   Fernando Sánchez Mayans
      Por Fernando Sánchez Mayans    
primeros versos

Angustia de amor callada dentro del cuerpo presente que se sabe y que se siente como la sangre obstinada. Yo sé que estás apresada dentro de mí, cárcel viva. Prisionera ya cautiva que tenaz entre las venas me las vas dejando llenas de una ansiedad fugitiva. II Febril me vas consumiendo lento amor...

 
   Un ramo de rosas Un ramo de rosas de Eduardo Langagne

   Eduardo Langagne
      Por Eduardo Langagne    
primeros versos

Una es la rosa que hirió a Rilke, quisiera por ello escarmentarla, pero no puedo; le temo y me fascina, me obsesiona la rosa memorablemente enlazada a nuestras vidas. Elegí alguna más de entre las milagrosas rosas de Juan Diego que la ilusión dibuja en un ayate...