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listado de poemas por primeros versos letra t

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105 poemas con la letra "t"

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Preludio de Francisco A. de Icaza
También el alma tiene lejanías; hay en la gradación de lo pasado una línea en que penas y alegrías tocan en el confín de lo soñado: también el alma tiene lejanías. En esos horizontes de olvido la sujeción de la memoria pierdo y no sé dónde empieza lo fingido y acaba lo real de mi recuerdo ...
Leyes de la perspectiva (Canciones fugitivas, 5) de Tomás Segovia
También el hombre que partió a un retorno Que hizo con pulso firme el equipaje Y tomó de la mano a su mirada Para llevarla allá A que beba de nuevo Lo que ella y no ve que bebió un día También ése retorna Y si volver tiene aún la fuerza De callar largamente ...
Lamentación por una perra (I. Monelle) de Eduardo Lizalde
También la pobre puta sueña. La más infame y sucia y rota y necia y torpe, hinchada, renga y sorda puta, sueña. Pero escuchen esto, autores, bardos suicidas del diecinueve atroz, del veinte y de sus asesinos: sólo sabe soñar al tiempo mismo de corromperse. Ésa es la clave. ...
Balance de Griselda Álvarez Ponce de León
Tanto pugnar por definir la vida, tanto por detener el tiempo breve por sostener el pulso que nos mueve por dejar testimonio de la huida. Y ver la primavera malparida o el verano febril que nos remueve, el otoño temblón que nos conmueve y el invierno en su muerte desceñida. Después, ...
Fósiles (III) de Jair Cortés
Tarde se descubre la primera arruga. Tarde, demasiado tarde, cuando demasiado es un don en lo fugaz. Tarde es en la nuca de quien se recuesta para morir profundo sobre el pecho de su tumba. De: Dispersario Poema proporcionado por el autor
Tras los adioses últimos de Manuel Maples Arce
Tardes alcanforadas en vidrieras de enfermo, tras los adioses últimos de las locomotoras, y en las palpitaciones cardíacas del pañuelo hay un desgarramiento de frases espasmódicas. El ascensor eléctrico y un piano intermitente complican el sistema de la casa de apartmentes , ...
Íntegro de Francisco González Léon
Tardes de beatitud en que hasta el libro se olvida porque el alma está diluida en un vaso de quietud. Tardes en que están dormidos todos los ruidos. Las tardes en que parece que están como anestesiadas todas las flores del huerto, y en que la sombra parece más sombría, ...
Mar de Xavier Villaurrutia
Te acariciaba, mar, en mi desvelo. Te soñaba en mi sueño, ¡inesperado! Te esperaba en la sombra recatado y te oía en el silencio de mi duelo. Eras, para mi cuerpo, cielo y suelo; símbolo de mi sueño, inexplicado; olor para mi sombra, iluminado; rumor en el silencio de mi celo. ...
Canto (III) de Mario Bojórquez
Te acercas A los patios De las primeras casas El ruido De tus trastos Altera los ladridos Pareces Una sombra Que se mueve En el aire De: El deseo postergado Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2007
Cantares de Antonio Plaza
Te adoré como a una virgen cuando conocí tu cara; pero dejé de adorarte cuando conocí tu alma. Cuestión de vida o muerte son las pasiones, si alguien lo duda, deja que se apasione. Las heridas del alma las cura el tiempo, y por eso incurables son en los viejos. Los astros serán, mi vida, ...
Te amo ahí contra el muro destruido de Homero Aridjis
Te amo ahí contra el muro destruido contra la ciudad y contra el sol y contra el viento contra lo otro que yo amo y se ha quedado como un guerrero entrampado en los recuerdos Te amo contra tus ojos que se apagan y sufren adentro esta superficie vana y sospechan venganzas ...
Una luciérnaga bajo la lengua de Coral Bracho
Te amo desde el sabor inquieto de la fermentación; en la pulpa festiva. Insectos frescos, azules. En el zumo reciente, vidriado y dúctil. Grito que destila la luz: por las grietas frutales; bajo el agua musgosa que se adhiere a las sombras. Las papilas, las grutas. En las tintas herbáceas, ...
Ante el ara de Efrén Rebolledo
Te brindas voluptuosa e impudente, y se antoja tu cuerpo soberano intacta nieve de crestón lejano, nítida perla de sedoso oriente. Ebúrneos brazos, nuca transparente, aromático busto beso ufano, y de tu breve y satinada mano escurren las caricias lentamente. Tu seno se hincha como láctea ola,
Te desnudas igual... de Jaime Sabines
Te desnudas igual que si estuvieras sola y de pronto descubres que estás conmigo. ¡Como te quiero entonces entre las sábanas y el frío! Te pones a flitrearme como a un desconocido y yo te hago la corte ceremonioso y tibio. Pienso que soy tu esposo y que me engañas...
Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (VI) de Jaime Sabines
Te enterramos ayer. Ayer te enterramos. Te echamos tierra ayer. Quedaste en la tierra ayer. Estás rodeado de tierra desde ayer. Arriba y abajo y a los lados por tus pies y por tu cabeza está la tierra desde ayer. Te metimos en la tierra, te tapamos con tierra ayer...
Te enterramos ayer... de Jaime Sabines
Te enterramos ayer. Ayer te enterramos. Te echamos tierra ayer. Quedaste en la tierra ayer. Estás rodeado de tierra desde ayer. Arriba y abajo y a los lados por tus pies y por tu cabeza está la tierra desde ayer. Te metimos en la tierra, te tapamos con tierra ayer...
Suceso de Nadia Contreras
Te gusta mirar el sol en mitad de la luna Antes del asombro hay silencio Recuerdo Luego la oscuridad Hasta el cuarto donde tu madre Aguarda el momento El alfiler en la falda del vestido La protege Tu hermano está a punto de nacer Del libro inédito: Valle de espejos ...
Que ahorita vuelve de Coral Bracho
Te hace una seña con la cabeza desde esa niebla de luz. Sonríe. Que sí, que ahorita vuelve. Miras sus gestos, su lejanía, pero no la escuchas. Polvo de niebla es la arena. Polvo ficticio el mar. Desde más lejos, frente a ese brillo que lo corta te mira, te hace señas. Que sí, que ahorita vuelve. ...
Animal a cuatro patas de Nadia Contreras
Te he mentido Olga Lucía. Ahora que tú me escuchas desde el espejo En que te contemplo desnuda Quiero decirte que para ti la vida no ha sido Tan mala. También fui yo la que se quedó sola. No el dolor entre las piernas Pero sí el abandono como una mina estallando Mi cuerpo. ...
Conjuros para el primer viento de Raquel Huerta - Nava
Te invoco ahora después de tanto tiempo de todas las derrotas de la carne en los grises pasillos de hospital donde los blancos sueños de la muerte desfilan como el fuego de san Telmo(hospicios de escritura) Te llamo ahora después de tanto tiempo gradación de intensidades ...
Te miro mirarte en mi cuerpo... de Luis Alberto Arellano
Te miro mirarte en mi cuerpo, ser el eco de mis miembros. Atrevo el contorno de tu sexo. Nada puede vencer la crudeza del silencio. Nada puede el fragor de la carne ni el húmedo roce, nada la memoria del estruendo. Nada puede el silencio en contra del silencio. Es esta la materia del ...
Después de Amado Nervo
Te odio con el odio de la ilusión marchita. ¡Retírate! He bebido de tu cáliz, y por eso mis labios ya no saben dónde poner su beso; mi carne, atormentada de goces, muere ahíta. Safo, Crisis, Aspasia, Magdalena, Afrodita, cuanto he querido fuiste para mi afán avieso. ¿En dónde hallar espasmos, ...
Canto (VI) de Mario Bojórquez
Te quedaste sin tierra Partícula de polvo dispersada Te quedaste en el irte El ir te dio tu casa Labró tu sombra Puso en el patio Tu maceta de lirios congelados Pero en el ir también Quedaron los deseos Plantados a orillas del camino Arboleda de natas Para tu pie ligero ...
Te quiero a las diez de la mañana de Jaime Sabines
Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida...
Rendición de Luis G. Urbina
Te quiero porque en tu alma vive el germen de ternura infinita, como diáfana gota de rocío sobre una flor marchita; te quiero porque he visto doblegarse tu espléndida cabeza; porque sé bien que en medio de la orgía te invade la tristeza; porque has pasado por la senda estrecha en los grandes ...
Te quiero porque tienes... de Jaime Sabines
Te quiero porque tienes las partes de la mujer en el lugar preciso y estás completa. No te falta ni un pétalo, ni un olor, ni una sombra. Colocada en tu alma, dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo, leche de luna en las oscuras hojas. Quizás me ves, tal vez...
Al mar de Guillermo Prieto
Te siento en mí: cuando tu voz potente saludó retronando en lontananza, se renovó mi ser; alce la frente nunca abatida por el hado impío, y vibrante brotó del pecho mío un cántico de amor y alabanza. Te encadenó el Señor en estas playas cuando, Satán del mundo, temerario plagiando el infinito, ...
Accidente de Rosario Castellanos
Temí... no el gran amor. Fui inmunizada a tiempo y para siempre con un beso anacrónico y la entrega ficticia capaz de simular hasta el rechazo y por el juramento, que no es más retórico porque no es más solemne. No, no temí la pira que me consumiría sino el cerillo mal prendido ...
Tendida y desgarrada de Octavio Paz
Tendida y desgarrada, a la derecha de mis venas, muda; en mortales orillas infinita, inmóvil y serpiente. Toco tu delirante superficie, los poros silenciosos, jadeantes, la circular carrera de tu sangre, su reiterado golpe, verde y tibio. Primero es un aliento amanecido, ...
Relámpago en reposo de Octavio Paz
Tendida, piedra hecha de mediodía, ojos entrecerrados donde el blanco azulea, entornada sonrisa. Te incorporas a medias y sacudes tu melena de león. Luego te tiendes, delgada estría de lava en la roca, rayo dormido. Mientras duermes te acaricio y te pulo, hacha esbelta, ...
Los novios de Octavio Paz
Tendidos en la yerba una muchacha y un muchacho. Comen naranjas, cambian besos como las olas cambian sus espumas. Tendidos en la playa una muchacha y un muchacho. Comen limones, cambian besos como las nubes cambian sus espumas. Tendidos bajo tierra una muchacha ...
Poema de Ricardo Yáñez
Tenemos que rodear este tiempo de pájaros, dijo la prima Eva, que sabía de la inutilidad de todo esfuerzo, por lo cual -ella agónica- me sorprendió. ¿Te acuerdas que reía?, musitó como en fiebre y fue cuando el relámpago partió en dos su árbol. Partía ella hacia el fondo de sí, hacia la sangre ...
Mediodía de Jaime Torres Bodet
Tener, al mediodía, abiertas las ventanas del patio iluminado que mira al comedor. Oler un olor tibio de sol y de manzanas. Decir cosas sencillas: las que inspira el amor... Beber un agua pura, y en el vaso profundo ver coincidir los ángulos de la estancia cordial. Palpar, en un durazno, ...
Oscuras monedas de Lucero Alanís de Gurrola
Tengo miedo a los pordioseros me persiguen hasta mi cuarto hasta la oscuridad de la conciencia Llegan a mí como espectros por la noche con sus ojos que son monedas que son mendrugos escasos que ofrecí Y sin piernas el alma se arrastra demanda atención a esa hambre que no conocemos : ...
Nocturno grito de Xavier Villaurrutia
Tengo miedo de mi voz y busco mi sombra en vano. ¿Será mía aquella sombra sin cuerpo que va pasando? ¿Y mía la voz perdida que va la calle incendiando? ¿Qué voz, qué sombra, qué sueño, despierto que no he soñado, serán la voz y la sombra y el sueño que me han robado? ...
Tengo ojos... de Jaime Sabines
Tengo ojos para ver en esta noche algo de lo que soy, tengo el oído oyendo. Estoy en este cuarto, están mis sueños. Detrás de cada sombra hay algo mío. Sentado en cada silla hay uno, obscuro, y a mis pies, en la cama, me están viendo. Creo que son como yo...
La bella implora amor de Eduardo Lizalde
Tengo que agradecerte, Señor -de tal manera todopoderoso, que has logrado construir el más horrendo de los mundos-, tengo que agradecerte que me hayas hecho a mí tan bella en especial. Que hayas construido para mí tales tersuras, tal rostro rutilante y tales ...
El molino y llano de Escamela de José Joaquín Pesado
Tibia en invierno, en el verano fría brota y corre la fuente: en su camino el puente pasa, toca la arquería, y mueve con sus ondas el molino: espumosa desciende, y se desvía después, en curso claro y cristalino copiando a trechos la enramada umbría y el cedro añoso y el gallardo pino. ...
Una roca por mitades de Luis Alberto Arellano
Tiembla cielo han llegado son los bárbaros que asoman al horizonte de la acrópolis. Han venido de tan lejos, distinta tierra a la que nombramos madre con sus batallas deslizándose en la niebla con sus caballos de formas extrañas, sus magos que todo lo crean, con sus cacharros y sus vicios ...
Del origen de Juan Domingo Argüelles
Tiembla el hielo del sol y la calle se llena con su rojez. El aire se congela y es piedra. En la mitad del día el corazón se agolpa y la sangre levanta su torrente de espuma. Caen, lentas, las nubes calcinadas y comienzan a rodar en la vereda. El mundo aquí es el principio del mundo, ...
Tiendo la mano de Jaime Augusto Shelley
Tiendo la mano ahora, no la azoto, no la empuño, no la doblo, tiendo la mano ahora que estoy. Si te digo que voy en calma, miento. Todavía abogo por las uñas y las ansias, rojos los nudillos, todavía no miento. Si te digo arado cuento los surcos entre dedo y dedo. Y hay un fruto y habrá ...
La invitada de Jorge Valdés Díaz - Vélez
Tienes que detenerla --dijo. Su voz temblaba con pasión. Me gustaba aquel temblor; el verla actuar así, tenerla cerca mientras mudaba su gesto, confortaba. Tienes que detenerla --insistió. Ya es muy tarde, no lo puedo evitar --le respondí--, no hay nada que hacer. En un alarde teatral, ...
El saúz de José Juan Tablada
Tierno saúz casi oro, casi ámbar, casi luz
Haikais de José Juan Tablada
Tierno saúz, Casi oro, casi ambar, Casi luz... Por nada los gansos Tocan alarma En sus trompetas de barro. Pavo real, largo fulgor, Por el gallinero democrata Pasas como una procesión... Aunque jamas se muda, A tumbos, como carro de mudanza, Va por la senda la tortuga. -¡Devuelve a la desnuda ...
Toca mi piel de Octavio Paz
Toca mi piel, de barro, de diamante, oye mi voz en fuentes subterráneas, mira mi boca en esa lluvia oscura, mi sexo en esa brusca sacudida con que desnuda el aire los jardines. Toca tu desnudez en la del agua, desnúdate de ti, llueve en ti misma, mira tus piernas como dos arroyos, ...
Un tigre de papel de Juan Domingo Argüelles
Toco la piel del tigre y el tigre vibra, ronronea, se hace el dormido bajo la palma de mi mano, como un trompo que zumba: mitad madera, mitad punta acerada. Hablo de un libro: en su espesura encuentro la fauna de mis días, los árboles que a diario me cobijan y los saurios y helechos ...
Lawn-tennis de José Juan Tablada
Toda de blanco, finge tu traje sobre tu flanco griego ropaje. De la Victoria de Samotracia, mientes la gloria llena de gracia. ¡En vano ilusa fijas el pie!... Que no eres musa ni numen, que sin que disciernas un viento lírico sobre tus piernas sopla satírico; pues aunque fatua ...
Repaso nocturno de Octavio Paz
Toda la noche batalló con la noche, ni vivo ni muerto, a tientas penetrando en su substancia, llenándose hasta el borde de sí mismo. Primero fue el extenderse en lo obscuro, hacerse inmenso en lo inmenso, reposar en el centro insondable del reposo. Fluía el tiempo, fluía su ser, ...
El poeta revela a las criaturas el nombre de su amada de Efraín Bartolomé
Toda la página del cielo para poner un Nombre Todas las palomas traspasando la niebla matinal para erigir un sueño Despierten cúpulas somnolientas de la Ciudad Ya el joven sol se filtra haciendo restallar su luminoso látigo en la mitad brillante de los árboles...
El otro poeta de Sergio Cordero
Todas las cosas a las que me entrego se hacen ricas y a mi me dejan pobre. Rainer Maria Rilke Esa esclava que obsedió al orfebre adorna la muñeca del guarura. La última acuarela del suicida se multiplica en el papel tapiz. La sinfonía del niño prodigio fue adaptada para un comercial. Ese verso ...