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25 poemas aleatorios | |
Las estrellas se apagan en el grito de la asfixia, el aroma a felino emana de su piel, se tambalea la noche entre las nubes que han tiznado la luna hasta esconderla. Empiezan a inundarse lentamente del aroma del hielo derretido de sus cuerpos. ... | |
(Homenaje a Chuang Tzu) Anoche te soñé. Llevabas una gabardina de piel, y abajo nada. Era otoño y estabas empapada de lluvia; caminabas en alguna estación de Madrid hacia ninguna parte. Detenías tus pasos, cada tanto, para sentir azafranada tu piel resplandecer ante la luna ... | |
Desprenderse del humus, evaporarse. Subir, vapor de agua, hasta la nube indómita. Esperar el momento de volver a la tierra. Precipitarse hacia el nuevo territorio del agua. Penetrar a la tierra. Alcanzar... | |
Me duele esta ciudad, me duele esta ciudad cuyo progreso se me viene encima como un muerto invencible, como las espaldas de la eternidad dormida sobre cada una de mis preguntas. Me duelen todos ustedes que tienen por hombro izquierdo una lágrima, ese llanto es una ... | |
Que tú ardas, mi gozosa como en el amor dulce de los 21 que tú ardas, deífica, en la llama salubre de los dioses que la ceniza te cubra espuria de borde a borde como los labios tuyos me daban continente que sientas tú arder la piel contra tu piel la llama contra tu vientre de pulido mármol ... | |
¡Muerta! En vano entre la sombra mis brazos, siempre abiertos, asir quieren su imagen con ilusorio afán. ¡Qué noche tan callada, qué limbos tan inciertos! ¡Oh! Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos, a dónde van los muertos, Señor, a donde van? Muy vasta, muy distante, ... | |
Querido Lobo: Llego aquí después de cruzar el mar abierto del bosque, el mar vegetal que habitas, el abierto de ira en la oscuridad y en la luz que lo cruza a hurtadillas, en su densa, inhabitable noche de aullidos que impera incluso de día o en el silencio, mar de resmas de hojas que caen ... | |
Me empiezan a desbordar los acontecimientos (quizá es eso) y necesito tiempo para reflexionar (quizá es eso). Se ha desplomado el mundo. Toca el Apocalipsis. Suena el despertador. Los muertos salen de sus tumbas, mas yo prefiero estar muerto. | |
Muerte, ya estamos en la pista de baile. Quien no baila no aleja las costras de la maledicencia, y el vals promete mucho, bailar no cuesta nada. Brilla el salón y aprietas mi cuerpo contra el aire dulcísimo. Un poco más y serás mía, y agotarás el aire enardecido para cortarme... | |
No he de hablar de la sangre ni de su prodigioso contenido; ni del puño cerrado que gobierna del lado izquierdo el regadío exacto para que todo el cuerpo se alimente sin que órganos o músculos carezcan de cuanto equilibrando necesitan. No he de hablar de la sangre, viajera... | |
Como abandonados huérfanos, habitantes del olvido, mis viejos zapatos repasan todavía su historia desde el recinto de las añoranzas y lo inservible. ¿Cuántas aún lágrimas tendrán por decir? Oh tan míos mis sufridos zapatos ejemplos de mi sinamor. Muchas veces huir quise ... | |
Noche muy negra. Un paso: la cañada defendida por ásperos pretiles. Abajo, la planada; arriba, envuelto entre la sombra helada, el enorme talud de los cantiles. Ni follaje, ni abrigo que proteja al viajero perdido de la negrura; que hace cientos de años, tal vez miles, bajaron, . ... | |
Es una inmensa hoja de biombo de cielo y no hay luna en el parque, se ha borrado el tenaz colorido de mi prado que hermana su negror al desconsuelo. En esta noche el musgo es terciopelo y es tan grande el silencio y tan helado que los búhos han olvidado y tienen miedo de lanzarse al vuelo ... | |
Yo no lo sé de cierto, pero supongo que una mujer y un hombre algún día se quieren, se van quedando solos poco a poco, algo en su corazón les dice que están solos, solos sobre la tierra se penetran, se van matando el uno al otro. Todo se hace en silencio... | |
En toda área de paz danzaban las palabras No había una figura viva En las confusas zonas de mi historia Que una vez no se hubiera revolcado Con mi lenguaje de insaciable ardor. Así iba yo poblado Abrazado lamido mordisqueado untado Por mil viejos amores ... | |
El cuerpo es el patíbulo, la horca, el garrote vil, la Dama Angustia. El cuerpo es Los fusilados se hizo el otro silencio se cercenaron las manos y de los muñones se asoman búhos con curiosidad demencial. El cuerpo es la lengua azul del ahogado con olor de incendio de bruja ... | |
Primero un aire tibio y lento que me ciña como la venda al brazo enfermo de un enfermo y que me invada luego como el silencio frío al cuerpo desvalido y muerto de algún muerto. Después un ruido sordo, azul y numeroso, preso en el caracol de mi oreja dormida y mi voz que se ahogue en ese mar ... | |
Abusé de tí, malamada. Te maltraté como al peor de los esclavos. Te obligué a desnudarte ante los otros, a descender conmigo hasta los bajos fondos. Eras objeto de saciedad y de goce: Acudías como una perra obediente a mi llamado. Cuántos pasaron por encima de ti como caballos ... | |
Cuando miro tus ojos veo en ellos la Patria no puedo separarlos de esa imagen tan clara. Ellos son como el viento que hace temblar las ramas tú me miras y entonces amanece en las Guásimas. Quédate para siempre en mi noche, mi lámpara mi amor tiene en tus ojos su alimento, ... | |
En el espejo retrovisor se proyecta su boca besucona no veo sus ojos yo a solas desde acá soy alma de los dos... | |
Ha de venir. Vendrá. ¿Cuándo?... No sé. Muy pronto. Escucho ya su voz remota y sus pisadas oigo. Abre la puerta, alma; que no te tenga que llamar. Y que esté dispuesto todo: apagado el fogón, limpia la casa, y el blanco cirio de la fe, en el fondo. Ha de venir. Vendrá. Calladamente me tomará ... | |
Quien evoca la palabra en el templo de Barra de Panteones, sabe que la aniquilación es el instante del origen. Quien la desmenuza para encontrar siquiera uno de sus sentidos, olvida que el visitante aparece donde el mundo comienza a disiparse. | |
A fuerza de entregarte mi cansancio a trozos de lamer tu sombra en las paredes hilvanar jadeos desperdigados en la alfombra hasta limar cada eco de tu cuerpoHoy hacia un sol que repudió la astrología sin número de folio ni preludio huyeron las aristas de tu rostro volvieron al reflujo ... | |
Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos; sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora, un aire que te cuelga de los ojos y los dientes, correveidile colibrí, estático dentro del halo de su movimiento. Y no hablas. No hables, que no tienes ya voz de adivinanza ... | |
Fray Luis de León desde la celda oscura mazmorra miserable del rencor piensa los versos luminosos que traen hasta sus ojos un íntimo paisaje El carcelero se asombra pues la noche cubre su tedio... | |
