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25 poemas aleatorios | |
11:30 P.M. Durísima la luna. Igual que tú, tan lejos. Suéñame, te digo, como te sueño aquí, hasta que los dos sueños se conviertan en fuego, hasta que mi aliento sea el tuyo, hasta que respiremos cada uno por la boca del otro. La luna asoma, llena y sorda. No estás al otro lado del teléfono ... | |
Regresamos a la tierra nunca propia huella de patria imaginaria. Llevamos por dentro la casa, el árbol y el sueño. En una pared rentada mi hermana retiene una fotografía: fragmentos mediterráneos. Hablamos el idioma donde no existe posesión de las circunstancias. nuestra infancia ... | |
donde espumoso el mar sicilianoGóngora Coronado de sí el día extiende sus plumas. ¡Alto grito amarillo, caliente surtidor en el centro de un cielo imparcial y benéfico! Las apariencias son hermosas en esta verdad momentánea. El mar trepa la costa, se afianza entre las peñas, ... | |
En el último río de la ciudad, por error o incongruencia fantasmagórica, vi de repente un pez casi muerto. Boqueaba envenenado por el agua inmunda, letal como el aire nuestro. Qué frenesí ek de sus labios redondos, el cero móvil de su boca. Tal vez la nada o la palabra inexpresable, ... | |
Lo frío del metal como una extraña fiebre alimentada por la ofensa. Su peso de venganza lo acomodé en mis manos y a la vieja usanza di siete pasos antes de voltear. No había nadie, ni señas del patán que arruinó mi vida; por eso disparé contra mi pecho, ... | |
(De Nezahualcóyotl cuando andaba huyendo del señor de Azcapotzalco) En vano he nacido, en vano he venido a salir de la casa del dios a la tierra, ¡yo soy menesteroso! Ojalá en verdad no hubiera salido, que de verdad no hubiera venido a la tierra. No lo digo, pero ... | |
Blanca como esta noche no he visto cosa alguna: ni el mármol, ni la nieve, ni el armiño. Semeja el cielo, un gran abismo de plata, que refleja su luz, en otro abismo de cristal: la laguna. Sólo, de tarde, en tarde, pasa, pequeña y bruna, la góndola, que efímero surco ondulante deja; y cuando, ... | |
Hay usura y amor en la olla podrida de mis huesos. Viene una canción que a todos nos concierne. Lóbrega alegría de la promiscuidad; el sueño en los párpados, la flor de plástico en el pelo, el brillo del collar que corta la garganta; la nube y su cabeza turbia; por la atarjea del patio ... | |
Da vergüenza estar sola. El día entero arde un rubor terrible en su mejilla. (Pero la otra mejilla está eclipsada.) La soltera se afana en quehacer de ceniza, en labores sin mérito y sin fruto; y a la hora en que los deudos se congregan alrededor del fuego, del relato, se escucha el alarido ... | |
Triscad, oh linfas, con la grácil onda, gorgoritas, alzad vuestras canciones. y vosotros, parleros borbollones, dialogad con el viento y con la fronda. Chorro garrulador, sobre la honda cóncava quiebra, rómpete en jirones y estrella contra riscos y peñones tus diamantes y perlas de Golconda. Soy ... | |
dos no sirve es malo. Luna... pésimo y sol es banal... ¿verdad? superficial... | |
Los he visto de cerca, solemnes y magníficos, poniéndose su cuerpo cada día mientras les duele el cráneo desvestido. Los he visto en la tierra, azotándose, gusanitos de Dios sin esperanza. Colgados de la vida, con su domingo a cuestas que tarda en regresar una semana. | |
No fue sólo su doble lo que miró Narciso ante el ficticio espejo del agua transparente. Era el poema oculto abismal de su mente escrito en aquel rostro de abandono sumiso. Perdido como tantos ante su propio hechizo fue víctima en el juego de otra belleza ausente. La que revela el verbo... | |
Introducción El Alcalde de Belén en la Noche Buena, viendo que se puso el azul raso como un negro terciopelo, hasta ver nacer al Sol, de faroles llena el pueblo, y anuncia al Alba en su parto un feliz alumbramiento. Estribillo 1.- Oigan atentos; y porque ninguno se niegue al precepto, ... | |
¡Détente! Que está rendida, ¡eh, contente, no la mates! Y aunque la gente gritaba Corraía como el aire, Cuando quiso ya no pudo, Aunque quiso llegó tarde, Que estaba la Migajita Revolcándose en su sangre. . . Sus largas trenzas en tierra, Con la muerte al abrazarse, Las miramos de rodillas ... | |
Era un caballo rojo galopando sobre el inmenso río. Era un caballo rojo, colorado, colorado como la sangre que corre cuando matan a un venado . Era un caballo rojo con las patas manchadas de angustioso cobalto. Agonizó en el río a los pocos minutos. Murió en el río. La noche fue su tumba. ... | |
Las voces que soplaron en el aire formaron en el aire una ciudad las lluvias que subieron y bajaron formaron en los lagos nubes de cristal los sonidos que siguieron caminos cardinales llevaron ruiseñores y sueños y olas hasta Dios y los que no yacieron... | |
En la montaña negra el torrente delira en voz alta A esta misma hora tú avanzas entre precipicios por tu cuerpo dormido El viento lucha a obscuras con tu sueño maraña verde y blanca encina niña encina milenaria el viento te descuaja y te arrastra y te arrasa abre tu pensamiento y lo dispersa ... | |
Te amo desde el sabor inquieto de la fermentación; en la pulpa festiva. Insectos frescos, azules. En el zumo reciente, vidriado y dúctil. Grito que destila la luz: por las grietas frutales; bajo el agua musgosa que se adhiere a las sombras. Las papilas, las grutas. En las tintas herbáceas, ... | |
Vedlo otra vez aquí. De su vieja piel brotan absurdamente flores en salvaje melena enmarañadas: recientes, frescas, olorosas flores (así Elvira Gascón lo ha dibujado). Y de la cueva honda de su boca a veces una voz terrible sale clamando; voz oscura que, inesperadamente traicionada, ... | |
Ángeles en la tierra: nubes y rocas, música y danza. Árboles de alegría le dan al aire diamantes verdes y al agua antigua de la laguna su azul de niño. Pastor que arreas nubes de ovejas; joven labriego de tierras negras; los leñadores queman sus brazos con el futuro de la madera ... | |
El que nada se oye en esta alberca de sombra no sé cómo mis brazos no se hieren en tu respiración sigo la angustia del crimen y caes en la red que tiende el sueño. Guardas el nombre de tu cómplice en los ojos pero encuentro tus párpados más duros que el silencio y antes que compartirlo ... | |
Cuando la sombra duerme su cuerpo se ilumina su rostro reflejado atraviesa cristales y finalmente se instala en todo brillo Sus dedos trenzan en el aire los bellos frutos de los días de mayo Muda en la respiración muda de las cosas la voz de una mujer pasa buscándola Desnuda en el esplendor ... | |
La vi tendida de espaldas entre púrpura revuelta... Estaba toda desnuda aspirando humo de esencias en largo tubo escarchado de diamantes y de perlas. Sobre la siniestra mano apoyada la cabeza, y cual el ojo de un tigre un ópalo daba en ella vislumbres de sangre y fuego ... | |
Vengo desde tus labios a mi presencia pura. Inescrutable viaje subterráneo al abismo del rostro sin edades. Recóndito universo palpitante y cerrado, perdido en el secreto de la tierra desnuda, constelado de símbolos nocturnos, de tactos germinales. Retorno a mi figura, ... | |
