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25 poemas aleatorios | |
No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas Oliverio Girondo No escribo nada Llevo noches corrigiendo balbuceos podridos desde el útero alimentando de palabras al reptil que gira en mi cerebro y lo envenena Aborto ideas antes de concebirlas en tanto el primer verso ... | |
Plegaria Virgen del infortunio, doliente Madre mía, en busca del consuelo me postro ante tu altar. Mi espíritu está triste, mi vida está sombría, pasaron sobre mi alma las olas del pesar. Estoy en desamparo, no tengo quien me acoja; hay horas en mi vida de bárbara aflicción, y solo... siempre solo,, ... | |
Dios, agazapado en el accidente nómada del juego, se disuelve mudo y huraño en su profana contingencia, ronda los escondrijos matemáticos y asalta el rezo como un puro duende legendario que ríe sin respuesta, un anacoreta menor de los desvelos en el vértigo de los químicos ... | |
Esta tierra que piso es la sábana amante de mis muertos. Aquí, aquí vivieron y, como yo, decían: Mi corazón no es mi corazón, es la casa del fuego. Y lanzaban su sangre como un potro vehemente a que mordiera el viento y alrededor de un árbol danzaban y bebían canciones ... | |
Jidé, clamo, y tu forma idolatrada no viene a poner fin a mi agonía; Jidé, imploro, durante la sombría noche y cuando despunta la alborada. Te desea mi carne torturada, Jidé, Jidé, y recuerdo con porfía frescuras de tus brazos de ambrosía y esencias de tu boca de granada. ... | |
Una Piedra del Sol sobre el cielo de la mañana asoma en lo alto el ancho rostro de basalto a la orilla de un charco de obsidiana y parece que su boca vierte un reguero de sangre humana y zempazúchiles de muerte... Es del trigo del sol la gran piedra molar que hace el pan de los días ... | |
Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta, pedir los abrigos y marcharnos, aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo y en las que cada uno pusimos nuestra identidad; se quedarán los demás, que cada vez son otros y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue, también... | |
Oh, bebedor de la noche, ¿por qué te disfrazas ahora? ¿Todo es igual acaso? ¿Tengo que repetir lo que el augur grabó en el silencio de la piedra curtida por el viento? “...esparcidos están los cabellos, destechadas las casas, enrojecidos... | |
Carne de la fiebre diminuta donde el rencor olvida, tierra al fin donde medra el regocijo austero del amor, cien veces herida por la eternidad, larva fugitiva, cien veces cien más en el centro de un insaciable sabor. No me acompañes a la muerte, carne, extingue mi semilla, ... | |
Es su faz un trasunto de ideal, tan completo! ¡Son sus ojos azules de tan raro fulgor! Sella todos sus actos un divino secreto… ¡No le habléis de amor! ¡Es tan noble el prestigio de sus manos sutiles! ¡Es tan pálido el rosa de sus labios en flor! Hay en ella el misterio de los viejo... | |
En la fúnebre bóveda no brillan las estrellas, y sin embargo estriado de tenebrosas huellas sobre el profundo abismo la luz es móvil nata do apenas un Erebo de sombra se desliza, y en esa temblorosa película de plata en perlas se deshace la ola que se riza. Pero sobre la borda el nauta... | |
En estos días tristes y nublados en que pesa la niebla sobre mi alma cual una losa sepulcral, ¡ay! cómo mis ojos se dilatan tras esos limitados horizontes que cierran las montañas, queriendo penetrar otros espacios, cual en un mar sin límites ni playas. ¡Pobre pájaro muerto por el frío! ... | |
Cuando nos retiramos a la remota cámara donde hacemos las nupcias con nuestro propio espectro, como cuando compramos y vendemos la palabra que ata para atarla a sí misma, la carne en cambio todavía se sabe interrogada, vuelve a tocarla el dios y la carne vuelve a temblar... | |
Amanezco con el trajinar de las ratas entre la hierba y el hedor del perro muerto que alguien abandonara anoche. Escucho que pasan los albañiles. Es aquí a donde vuelven para descansar al cuerpo de sus necesidades. Hoy hará calor. Quizá al final de la jornada pueda entregarme ... | |
Soledad de Abajo y la brumosa mesa del café. Puerto de la Concepción y el viaje que no has de realizar. Viudas de Oriente y la pasión nostálgica. Viudas de Poniente te desnudo y me desnudas en sábanas de bramante. Ojo de Agua de Crucitas desde lejos viene la tarde. ... | |
Mi madre sola, en su vejez hundida, sin dolor y sin lástima, herida de tu muerte y de tu vida. Esto dejaste. Su pasión enhiesta, su celo firme, su labor sombría. Árbol frutal a un paso de la leña, su curvo sueño que te resucita. Esto dejaste. Esto dejaste y no querías. Pasó el viento. Quedaron... | |
A su primer suspiro, nadie tendió la mano; sólo el abismo. Después mil brazos corrieron al auxilio, pero ya entonces ella no quiso. Corría ya. Se deslizaba por el ventisco glaciar abajo, lanzada, pero guardando el equilibrio. Siempre reflujo abajo, más aprisa, siempre en vuelo, casi en vilo. ... | |
Con flores hablas, dentro de ti vive, dentro de ti escribe, inventa el Dador de la vida, el que es Dios. ¡Oh príncipe chichimeca, Nezahualcóyotl! Tlayocoya in ipalnemohua Xochitica on tlatoa mitec on nemia, mitec ya tlacuilohua, tlayocoya, in Ipalnemohua yehua teotl. ... | |
He aquí que estás y vives y nada es suficiente. Un algo insoportable te domina y la ciudad no cabe ya en tus manos. Se te sube a la espalda, regresa a tus zapatos. Y piensas en el hijo que no tienes, en la mujer amada que le falta a tu noche cada día. Aquí estás, dividido, doliéndote... | |
Falta, en el desorden, una palabra. Falta una voz, y otra, y otra más, en el valle de la muerte, en la estación de los sofocos rezumados por el fuego y la sombra. Una palabra que no brote de atarjeas, sino silencio que habla, vibrante. Silencio sonoro que toque cuerpos con su luz. ... | |
A la memoria de Rafael Ángel de la Peña De mis oscuras soledades vengo y tornaré a mis tristes soledades a brega altiva, tras camino luengo; que me allego tan sólo a las ciudades con vacilante planta y errabunda, del tiempo antiguo a refrescar saudades. ... | |
¡Huyen los años como raudas naves! ¡Rápidos huyen! Infecunda Parca pálida espera. La salobre Estygia calla dormida. ¡Voladores años! ¡Dado me fuera detener convulso, horas fugaces, vuestra blanca veste! Pasan las dichas y temblando llegan mudos inviernos... ... | |
pues todo hacia un limitado fin se encamina la cabra la piedra la estrella el paso decidido todo un fin próximo y sabido al migajón a la pulga al agua ¿al agua dije? ¿se acabarán el agua el fuego el viento y la tierra? mucho más pronto que la sorpresa de imaginarlo el libro ... | |
Lluvia del aguacero, lluvia de agujas de acero, lluvia llena de olores y de ruidos que me mueves el alma y los sentidos. Qué lejana visión en ti se afina: Cuando eras citadina... Cuando eras pueblerina... Cuando eras campesina... La urbe episcopal, vieja y lontana... mi pueblo... ... | |
ayer escuché una canción que se parecía mucho a tu cuerpo. o sea que estuve triste de adioses toda la noche. de ausencias. estuve triste porque la canción no terminaba y era como tu cuerpo. a veces me pregunto cómo pudiste aparecer a tan altas horas de mi dolor. me pregunto ... | |
