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25 poemas aleatorios

 

   Afrodita en el polvo

   Jaime Labastida

primeros versos

El sol, colérico de sales, contra el agua arremete. Hermano con hermana se acarician. Y un cielo azul está (cubriéndola), encima de la tierra: hijos nosotros de esa feroz contradicción, las bestias. Pero de líquenes, de aceites, el cielo en la tierra se vacía. Cargada queda así, ...

 

   Dintel

   Fernando Ruiz Granados

primeros versos

La piedra eternal busca lo temporal La esbelta columna que sostiene El claro techo del cielo El frontispicio del templo Donde la luz de oro anima Las figuras pétreas de los Dioscuros La cóncava piedra de la clepsidra Que guarda en su mano los instantes Del inasible tiempo ...

 

   La ofrenda

   Gabriel Zaid

primeros versos

Mi amada es una tierra agradecida. Jamás se pierde lo que en ella se siembra. Toda fe puesta en ella fructifica. Aun la menor palabra en ella da su fruto. Todo en ella se cumple, todo llega al verano. Cargada está de dádivas, pródiga y en sazón. En sus labios la gracia se siente ...

 

   Cuando la sombra duerme...

   Homero Aridjis

primeros versos

Cuando la sombra duerme su cuerpo se ilumina su rostro reflejado atraviesa cristales y finalmente se instala en todo brillo Sus dedos trenzan en el aire los bellos frutos de los días de mayo Muda en la respiración muda de las cosas la voz de una mujer pasa buscándola Desnuda en el esplendor ...

 

   R.L.V.

   Eduardo Langagne

primeros versos

Una gitana sabe que el futuro tiene una asfixia agónica en tu mano y danzando te irás, siguiendo un piano, hacia el melódico horizonte oscuro. Con el gélido aliento de la calle se hiela tu esqueleto atribulado; a la mujer de negro has contemplado en la letal atmósfera del valle. ...

 

   Padre

   Enriqueta Ochoa

primeros versos

Al montón de polvo que te cobija bajé esta tarde; la sal de la llanura ardía bajo el árido resplandor del silencio y un tifón de soledad golpeaba contra la flor caliza de los cerros. Yo te hablé con esa ternura indómita que rompe dignidades, y me quebré de bruces en la tierra; ...

 

   Quien se acerca al abismo y no lo sabe, 1.1

   Francisco Magaña

primeros versos

Quien evoca la palabra en el templo de Barra de Panteones, sabe que la aniquilación es el instante del origen. Quien la desmenuza para encontrar siquiera uno de sus sentidos, olvida que el visitante aparece donde el mundo comienza a disiparse.

 

   Revelación

   Laura Elena Alemán

primeros versos

¿Sentiste el tiempo, tanto aquel abstracto no determinado, como el real, que te sujeta y esclaviza? Caminó solo y libre cuando detuviste el tic tac que en tu mente lo marcaba... ¡Casi no te reconozco sin tu lucha contra el tiempo! La tristeza, ¿qué le hiciste? Ya no la traes, ya no la llevas. ...

 

   Bajo el tiempo

   Lucero Alanís de Gurrola

primeros versos

Atardece y aún no aprendo a leerme en la palma de mi mano en las venas de una hoja de azucena en el terciopelo botón de lima Cuándo entenderé la palabra de los mares su mensaje evangélico el misterioso rito que hace al tiempo detenerse y contemplarnos Sigue la tarde en su tarde ...

 

   Epifanía

   Elsa Cross

primeros versos

A veces te muestras, y en el momento en que me vuelvo hacia tu imagen desapareces. ¿A dónde vas? ¿Dónde te escondes todo ese tiempo que tardas en volver? Vienes en sueños y cuando trata la memoria de apresarte me despierto. Sólo tus ojos...

 

   A la muerte del Excelentísimo Señor Duque de Veraguas

   Sor Juana Inés de la Cruz

primeros versos

I ¿Ves, caminante? En esta triste pira la potencia de Jove está postrada; aquí Marte rindió la fuerte espada aquí Apolo rompió la dulce lira; aquí Minerva, triste, se retira; y la luz de los astros, eclipsada, toda está en la ceniza venerada del excelso Colón que aquí se mira. Tanto pudo la fama ...

 

   Venus suspensa

   Rafael López

primeros versos

Tu presencia en mi sombra se divulga como el vuelo de un pájaro escarlata con el que un pardo atardecer comulga. Y tu alegría matinal desata un sonoro esplendor sobre mi vida; es una esquila de cristal y plata que, en silencio de muerte sacudida, me lleva del pavor del Viernes Santo ...

 

   Piedra de sol (Fragmento II)

   Octavio Paz - Homenaje

primeros versos

voy por tu cuerpo como por el mundo, tu vientre es una plaza soleada, tus pechos dos iglesias donde oficia la sangre sus misterios paralelos, mis miradas te cubren como yedra, eres una ciudad que el mar asedia, una muralla que la luz divide en dos mitades de color durazno, un paraje de sal, ...

 

   Sombras

   Jaime Augusto Shelley

primeros versos

Después de los cuerpos van las sombras Átomos dispersos que se encajan en los pisos las paredes que estallan en los bordes dilatándose vuelven y se quedan en el mediodía Van las sombras como cuerpos Los cuerpos como viento De: Horas ciegas, 1988

 

   De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios (XXIX)

   Francisco Hernández

primeros versos

Dos años después de tu zambullida en el Rin, la niña Clara llegó a visitarte por última vez al manicomio de Endenich. El atardecer rodeaba de angustia su cabello. El aire tenía peso de vapor subterráneo. Creyendo que era la más reciente composición de Brahms le tendiste los brazos ...

 

   Al volante de un automóvil, por la carretera panamericana de Tuxtla Gutiérrez a la Ciudad de México

   Oscar Oliva

primeros versos

De Tuxtla a la ciudad de México hay más de mil kilómetros de distancia más de un millón de metros más de cien millones de centímetros, más las piedras, más los árboles, que no se pueden medir, ni contar, que he recorrido tantas veces, a tantos kilómetros por hora, con mucho calor...

 

   Poemas lacandones

   Poesía maya

primeros versos

Versión castellana Frente a ti ofrezco mi copal, es para ti. Ofrécelo al padre, es para ti, elévalo al padre. Cumpliré de nuevo con mi ofrenda de pozol, es para ti, ofrécelo al padre. Cumpliré de nuevo con mi ofrenda de pozol para ti, para ti. Frente a ti hago mi don, de nuevo, para tu felicidad. ...

 

   Letanía erótica para la paz

   Griselda Álvarez Ponce de León

primeros versos

Amado, ven, asómate al principio del mundo. Somos los mismos, mismos de hace cincuenta mil años. Somos aquellos, estos, los de allá, los de siempre y los que han de seguirnos y los que vendrán luego. Eras solo. Eras entonces solo. En el pecho llevabas un hueco. Las auroras eran amargas ...

 

   Marino sol

   Carmen Alardín

primeros versos

Mar no es solo mar lo que mareaba tu marmolínea faz marcando el tiempo maremoto de luz en las tinieblas marejada de amor envuelta en ti. Marino con su sol y con su espada con su sal combatiendo a la quimera quemando su dolor...

 

   Una limosna

   Manuel Acuña

primeros versos

¡Entrad!... en mi aposento donde sólo se ven sombras, está una mujer muriendo entre insufribles congojas... Y a su cabecera tristes dos niñas bellas que lloran, y que entrelazan sus manos y que gimen y sollozan. Y la infeliz ya no mira ni tiene aliento en la boca, y cuando habla sólo dice con voz hueca ...

 

   Asaltos a la memoria

   Enriqueta Ochoa

primeros versos

Amanece, en las macetas de la ventana arden los geranios. Un vaho lechoso entra en el viento. Corre el día hacia las dunas de la oscuridad. Después de avanzada la noche me desprendo abajo quedan mi piel, mis huesos. Me echo de picada a las profundidades, atravieso...

 

   Angelus Domini

   Manuel José Othón

primeros versos

I Rompe el alba el botón de la mañana con sus dedos de niebla luminosa y en el declive del alcor se posa una nube de aerea porcelana. Abajo se despierta la sabana, el valle tiembla, yerguese la rosa, canta el madrugador y rumorosa ríe cuchicheando la fontana. Desde el redil hasta la loma albean, ...

 

   Pero en las zonas ínfimas del ojo... (Muerte sin fin)

   José Gorostiza

primeros versos

Pero en las zonas ínfimas del ojo no ocurre nada, no, sólo esta luz ay, hermano Francisco, esta alegría, única, riente claridad del alma. Un disfrutar en corro de presencias, de todos los pronombres antes turbios por la gruesa efusión de su egoísmo de mí y de Él y de nosotros tres ...

 

   El jilguero

   Alberto Blanco

primeros versos

El natural cansancio del jilguero rinde sus frutos en el crepúsculo: se posa en un alero o en una rama y entra temblando levemente al sueño. Su cuerpo es tan sutil y delicado como la carne de los dioses pueriles o bien como las notas más sedosas que la viola es capaz de sostener ...

 

   Balada de S.

   Myriam Moscona

primeros versos

a Guadalupe Alonso Fui por unos días la mujer más bella de mi ciudad. Llevaba un vestido con doble aura. Abajo, todo se flechaba en un tiempo preciso. En el camellón de Insurgentes fui el tigre de Blake, en San Ángel hablé con los nimbados pájaros de Dios, en la Plaza del Carmen ...