|
25 poemas aleatorios | |
Sobre la rota ventana antigua Con tosco alféizar, con puerta exigua, Que hacia la oscura callejada, Pasmando al vulgo como estantigua Tallada en piedra, la santa está. Borró la lluvia los mil colores Que hubo en su manto y en su dosel; Y recordando tiempos mejores, Guarda amarillas y secas flores ... | |
No soy el que yo digo Soy el que dices tú Me traiciono por ése Mi doble que el amor y la impiedad figuran Dinamito mi suelo alegremente Con tu risa me río de mi gloria Pulverizamos la complicidad con que me miro sin tus ojos Me salgo de mis pieles Me abalanzo a habitar... | |
Creo que estuvo en la tierra algunos años. Creo que yo también estuve en la tierra. ¿Cuál es esa frontera?, ¿qué es lo que ahora nos separa?, ¿nos separa realmente? A veces creo escucharla: tú eres el fantasma, tú la... | |
Al declinar la tarde, se acercan los amigos; pero la vocecita no deja de llorar. Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos, pero sigue cayendo la gota de pesar. No sabemos de donde viene la vocecita; registramos la granja, el establo, el pajar. El campo en la tibieza del blando sol ... | |
Cuando mis ojos miraron de tu cielo los dos soles, vieron tales arreboles que sin vista se quedaron. Mas por ciegos no dejaron de seguir por sus destellos, por lo que duélete de ellos, que aunque te causen enojos, son girasoles mis ojos de tus ojos soles bellos. ... | |
Sólo nombraste el bosque que te vistió de niño Su alegre arboladura Su tenebra de musgo Por eso es que volver Regresar en el soplo ardiente En la escama de vidrio de tus ojos No puede ya salvarte No entregarás tu espada capitán abatido No te dará un pañuelo esa mano No limpiarás tus lágrimas ... | |
En las últimas desgracias de España. Allá del revuelto mar Tras los secos arenales, Donde sus limpios cristales Las ondas van a estrellar, Donde en lucha singular Disputando a la Fortuna Las ciudades una a una, De sus guerreros el brío, Mostraron su poderío La cruz y la media luna; ... | |
Galopaba mi padre en su enorme alazán. De súbito frenaba y volvía hacia mí, Sorprendido testigo a la sombra del árbol. Un hermoso caballo era aquel: ejemplar: Orgullosa la crin y convencido el trote. El mejor animal que había en esos parajes. —Pero mi padre... | |
La luz devasta las alturas Manadas de imperios en derrota El ojo retrocede cercado de reflejos Países vastos como el insomnio Pedregales de hueso Otoño sin confines Alza la sed sus invisibles surtidores Un último pirú predica en el desierto Cierra los ojos y oye cantar... | |
La luz ciega a la luz. Olas allá, olas de luz, marejadas de luz, rocas largas de luz, granos rotos de luz que la luz, allá arriba, de un manotazo brusco aniquila y congela. El cuerpo, de las cosas, tan cercano, nos resulta visible en su perfil exacto y detenido: son ya columnas sólidas de espuma... | |
Bailad mientras que llora el pueblo dolorido, bailad hasta la aurora al compás del gemido que a vuestra puerta el huérfano hambriento lanzará.¡Bailad! ¡Bailad! Desnudez, ignorancia a nuestra prole afrenta, orgullo y arrogancia con altivez ostenta, y embrutece su espíritu torpe ... | |
Ite, ait; egregias animas, quae sanguine nobis hanc patriam peperere suo, decorate supremis muneribus... VIRGILIO, Eneida, libro XI Renueva ¡oh Musa! el victorioso aliento con que, fiel de la patria al amor santo, el fin glorioso de su acerbo llanto audaz predije en inspirado acento, ... | |
He visto los caminos sutiles de la noche conducir las ciudades hacia una forma apasionada, fantástica, lejos de toda imparcialidad. Y el ansia nos ha puesto arenas en los ojos y hemos dicho hay un sentido, hay un sentido . Pero acaso no buscábamos sino ser engañados, ... | |
Temí... no el gran amor. Fui inmunizada a tiempo y para siempre con un beso anacrónico y la entrega ficticia capaz de simular hasta el rechazo y por el juramento, que no es más retórico porque no es más solemne. No, no temí la pira que me consumiría sino el cerillo mal prendido ... | |
El pintor: la tinta negra y roja, artista, creador de cosas con el agua negra. Diseña las cosas con el carbón, las dibuja, prepara el color negro, lo muele, lo aplica. El buen pintor: entendido, dios en su corazón, diviniza con su corazón a las cosas, dialoga con su propio corazón. ... | |
Eres sólo el reflejo del reflejo de otro espejo que está dentro de ti. Y el más oculto de tus espejos, viene a ser esa lágrima que el tiempo congeló para mí. De: Entreacto | |
Maté la nube de mis pensamientos, cedí terreno a los pensamientos de la nube. Predije con Apollinaire las nuevas artes, advertí en un claro del bosque otras manchas verdeclaras, ardientes zonas en que pude establecer una pausa encastillada, labios que sonríen ... | |
La noche inmemorial, pródiga noche de los pactos oscuros, innombrables, de las siniestras, ocultas voluntades que a la mención del día empalidecen; la noche feraz, la noche cómplice que despliega su sombra como un manto sigiloso y ambiguo, torva noche agazapada en las márgenes ... | |
lo verde reina en la hora que se curva por tu torso como una tela de aire el tiempo tiembla según el peso de la mano por la blancura efímera un ser de dos golpea en tu adentro toma de dos el soplo el corazón que no lo vibra por la apretada luz cada miembro resuena... | |
Es el lirio nazareno, lo difícil de la hora, reyes sin fruto, el inútil degüello de la paloma. Paisajes de Mediodía, barnices de dura goma izan brocales antiguos, frescos tópicos de sombra. Hojas de plata caían sonando por la memoria del apóstol mineral cargado con las alforjas. Pero Jesús... | |
No haremos obra perdurable. No tenemos de la mosca la voluntad tenaz. Mientras haya vigor pasaremos revista a cuanta niña vista y calce regular Como Nerón, emperador y mártir de moralistas cursis, coronados de rosas o cualquier otra flor de estación, miraremos las cosas ... | |
Calina respiración de la colina. Bajo sus arcos duerme la noche, arden las brasas. Perenigración serpentina: la boca de la gruta, lápida que abre, (abracadabra), la luna. Entro en la alcoba de párpados: los ojos -hamam de los muertos- lavan... | |
Nadie, ni el silencio me abre como tú, ni el tiempo. Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina en lengua española del siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina. La esfera literaria. 2002 | |
Al norte hay niños que esperan la madrugada para ponerle una raya más al tigre. Al sur, las nativas bailan descalzas sobre la arena, al mediodía. Al este, la tarde es un bostezo que se consume a sí mismo. Al oeste, el amanecer encuentra a los viejos con el libro sagrado entre sus manos. ... | |
La noche envuelve con su sombra fría El claustro, los salones, la portada, Y vacila la lámpara agitada De la iglesia bóveda sombría. Como triste presagio de agonía Gime el viento en la lúgubre morada, Y ondulando la yerba desecada Vago rumor entre la noche envía. De Felipe segundo, misterioso ... | |
