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25 poemas aleatorios | |
Era también de fuego: sobre el tizón, hirientes, casi diáfanas violetas duras a los ojos, coronadas de oro. De esto era, de esto se construía bajo el humo. También como de alas en asalto; pluviales hojas enjambradas, arboladuras de reloj a vela. Y en vela yo, sumiso y vigilante... | |
Una espiga es todo el trigo Una pluma un pájaro vivo y cantando Un hombre de carne es un hombre de sueño La verdad no se parte El trueno proclama los hechos del relámpago Una mujer soñada encarna siempre en una forma amada El árbol dormido pronuncia verdes... | |
¡Oh Sol! Yo amé tu luz, yo amé tu fuego. Acarició en los trópicos mi frente tu roja lumbre, para mí clemente, y bienestar me dio, paz y sosiego. Hoy tus favores a pedir me niego, mi helado tronco tu calor no siente, tu rayo ofusca mi ojo deficiente... ¡Inicuo Sol, me estás dejando ciego! ... | |
El humo fatuo en el espejo velo de la sombra cubre los ojos del que duerme los habitantes del sueño nos llevan con ellos para mostrarnos el eterno follaje de la vida. De: Tramontana Poema proporcionado por la autora | |
Nada. Que no se puede decir nada. Déjenme hablar ahora; no es posible. Quiero decir que eso, que lo otro, que todo aquí me tiene muerto, medio muerto, llorando. Porque nos pasa a veces, nos sucede que el mundo -no sólo el mundo- se complica, se amarga... | |
(1974) Sobrentendido es no hablar de aquel diciembre, mencionar siquiera el tintineo de los cubiertos y los cuentos para niños hartos en el avión. Nadie puede olvidar en un trazo de crayola, por colorido que sea, a quienes sirvieron el ambigú ignorantes de que sería su última cena. ... | |
En medio de las risas y testigo del llanto, oyendo y viendo gentes remotas a mi lado, en una soledad sin palabras ni gestos, acaso solo y triste, me doy cuenta, me hablo. Por este no morirme me estoy muriendo a diario. Desde mi cuerpo grito noche a noche, me espanto... | |
Acariciando lenta su reposo, la mirada se abre en el paisaje creado por la suma de los tonos que se miran y no se reconocen. Recoge el espesor de cada nube y la frágil sombra levemente instalada por su paso. Serena y suspendida, la luz va convocando lo que toca. Las piedras ... | |
La noche de ojos de caballo que tiemblan en la noche, la noche de ojos de agua en el campo dormido, está en tus ojos de caballo que tiembla, está en tus ojos de agua secreta. Ojos de agua de sombra, ojos de agua de pozo, ojos de agua de sueño. El silencio y la soledad, ... | |
Nada más, Poesía: la más alta clemencia está en la flor sombría que da toda su esencia. No busques otra cosa. ¡Corta, abrevia, resume; no quieras que la rosa dé más que su perfume! | |
Hoy estuvo paciente y apacible, digno, sucio y solemne. Surtidor de canales donde el lirio amanece. Gigante río, río niño, donde Louisiana escribe su gris melancolía. | |
Perdí tu amor y tu belleza, pasó el encanto juvenil, ¡y me quedé con mi tristeza en esta Torre de Marfil... Guardan el puente dos leones desde su altivo pedestal y la portada seis dragones y una serpiente colosal... Con la templanza de los viejos monjes ascetas, vivo lejos de lo mundano y de ... | |
A oscuras mi padre sintonizaba la radio: una pelea de box en japonés, la crónica de un atentado en italiano o la caída de un avión en ruso. Aunque los periódicos al día siguiente desmintieran sus versiones, él se entendía con la frecuencia y la estática. Fiel receptor de hechos ... | |
Atardece y aún no aprendo a leerme en la palma de mi mano en las venas de una hoja de azucena en el terciopelo botón de lima Cuándo entenderé la palabra de los mares su mensaje evangélico el misterioso rito que hace al tiempo detenerse y contemplarnos Sigue la tarde en su tarde ... | |
Hay un abismo blanco en todo lo que pisas y un enorme vacío para llenar el mar, un insondable pozo de inocentes palomas y arrecifes de estrellas junto a tu soledad, Hay puentes de magnolias en todas tus palabras y asombros que se atreven a engendrar otro dios, un copular de luces y de bosques ... | |
Para endulzar un poco tus desvíos fijas en mí tu angelical mirada y hundes tus dedos pálidos y fríos en mi oscura melena alborotada. ¡Pero en vano, mujer! No me consuelas. Estamos separados por un mundo. ¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas? ¿Por qué, si soy el fuego, ... | |
La lluvia está cayendo sobre los tejados. Aún no cantan los gallos. No hay gallos. No estoy en el campo. No importa: La lluvia está cayendo sobre los tejados. Ya no hay tejados a diez kilómetros a la redonda. Todo es más granítico, más duro; los muros de concreto; las calles, de... | |
Es la mujer del hombre lo más buenoLope de Vega Te quiero de golpe, amor, somos el reflejo terrestre de alguna estrella. Para ti la llama espiritual de mis besos y el sol profundo del deseo, déjame a mi la altura y el abismo del corazón, déjame el rascacielos en la sangre. ... | |
Mirar es privilegio de la vida. Ahondar en tus pupilas en el último impacto del estanque. Llegar hasta el secreto del espejo, reflejarse en el otro desdoblarse, repetirse del amor, multiplicarse. Mirar es privilegio de la vida desbordarse, salir del cause y atrapar la historia hasta perderse... | |
Se encendió la rosa fulgurante afuera de la ventana, ha estallado una rosa, parecemos las víctimas del incendio, azorados, ávidos de su belleza. Ahora todo tiene color, contraste, vuelo. Vengan a ver la rosa, vengan, tiene un grito amarillo despiadado, es un lujo, ... | |
la vida es buena andando descalzos y en calzones en nuestra casa de tres piezas el sol desafinando en nuestro patio tres cuerpos mojados una manguera vieja y un patito de hule en la bañera la vida es buena cuando dejamos abiertas las puertas para mirarnos para entonar a coro ... | |
La página. El espejo. Nombres de una partida o metáforas puras al evocar la sombra. Mortales laberintos que el visionario escombra para escribir la línea sin pupilas leída. Mitología de lenguas en su memoria urdida vagando entre los siglos para sólo un instante. Undívago fantasma... | |
Casas de mi lugar que tienden a desaparecer: raras casas que aún suelo yo encontrar. Es de ver la amplitud de los patios empedrados, el brocal con arcadas de ladrillo, los arriates adosados a los muros (altos muros patinados y sin brillo) y la parra que se afianza entre sus grietas, ... | |
El arquero prepara su flecha hacia la presa: gacela agazapada en el rincón de unas cobijas. Selección del poemario inédito UN GRITO EN EL ARCA de Isolda Dosamantes | |
Inmóvil en la luz, pero danzante, tu movimiento a la quietud que cría en la cima del vértigo se alía deteniendo, no al vuelo, sí al instante. Luz que no se derrama, ya diamante, fija en la rotación del mediodía, sol que no se consume ni se enfría de cenizas y llama equidistante. Tu salto es un segundo ... | |
