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25 poemas aleatorios

 

   Una paloma en los ferries

   Efraín Huerta

primeros versos

Lentamente, la paloma violenta anidó en el hombro derecho de la muchacha negra. Lentamente, una sonrisa de oro se hizo luz en los labios de la muchacha negra.

 

   La manzana

   Fernando Ruiz Granados

primeros versos

Desprender el fruto La roja manzana del Paraíso El perfecto fruto que pendió De la rama más alta del jardín Morderla No para gustar de su sabor Que contenta los sentidos Probar del fruto para alcanzar Su ardiente centro Su ignorada esencia Para vislumbrar el umbral del Comienzo ...

 

   Elegía

   Salvador Novo

primeros versos

Los que tenemos unas manos que no nos pertenecen, grotescas para la caricia, inútiles para el taller o la azada, largas y fláccidas como una flor privada de simiente o como un reptil que entrega su veneno porque no tiene nada más que ofrecer. Los que tenemos una mirada culpable y amarga ...

 

   El orbe de la danza

   Alí Chumacero

primeros versos

Mueve los aires, torna en fuego su propia mansedumbre: el frío va al asombro y el resplandor a música es llevado. Nadie respira, nadie piensa y sólo el ondear de las miradas luce como una cabellera. En la sala solloza el mármol su orden recobrado, gime el río de ceniza ...

 

   La inmortalidad

   Guillermo Prieto

primeros versos

La flor encantadora y delicada que sobre esbelto tallo se mecía, la vio ufana la luz de un solo día, luego desapareció. De ese arbusto marchito y derribado, ayer tal vez hermoso y floreciente, hoy arranca sus hojas el ambiente que ufano le halagó. Y al alto muro y orgullosa torre, que sola en el espacio ...

 

   Primero sueño (fragmento)

   Sor Juana Inés de la Cruz

primeros versos

Pero apenas la bella precursora signífera del Sol, el luminoso en el Oriente tremoló estandarte, tocando al arma todos los suaves si bélicos clarines de las aves (diestros, aunque sin arte, trompetas sonorosos), cuando como tirana al fin, cobarde, de recelos medrosos embarazada, ...

 

   Fragmento de ventana (Fragmentos)

   Gloria Gervitz

primeros versos

Ahora estoy en un paisaje de zenzontles Cada vez estoy más cerca Cuando posea esa inmensidad apenas tendré fuerza para despertar en la brevedad de la muerte La luz golpea el aire. Estamos donde los colores se abren Son días largos y apretados como la migraña Y todo se repite ...

 

   Variaciones sobre una Mujtathth de Al-Sharif Al-Radi

   Hugo Gutiérrez Vega

primeros versos

Pasaré la noche con el inmenso desiertoque hay en mí y el estar contigo. I Hay una extensión cercada por el cielo, una inmensa planicie descubierta por la luna, un campo de flores pálidas sitiadas por su propio perfume, una casa en el bosque de los grandes abetos de la noche, ...

 

   Castillo en Cataluña

   Raquel Huerta - Nava

primeros versos

Majestuoso el tiempo cuando duerme preserva el ambarino amor caudal de los asombros del origen al reencuentro. Subo la escalera del invierno, el tiempo se detiene. La luz guía mis pasos brota del corazón a la cima: soy un resplandor que fluye con el cielo ...

 

   cómo ato mis ojos a los tuyos...

   Rogelio Guedea

primeros versos

cómo ato mis ojos a los tuyos. cómo callo la mano que te escribe. mi mano no deja de nombrarte. de noche se levanta. vela tu ser. poda tu cuerpo o mar o cielo muchamente. no te deja descansar. bebe de tu agua todo el existir. deja de nombrarla. mano. le grito. le suplico. ...

 

   La rama

   Octavio Paz

primeros versos

Canta en la punta del pino un pájaro detenido, trémulo, sobre su trino. Se yergue, flecha, en la rama, se desvanece entre alas y en música se derrama. El pájaro es una astilla que canta y se quema viva en una nota amarilla. Alzo los ojos: no hay nada. Silencio sobre la rama, sobre la rama ...

 

   Nunca digas

   Julio César Aguilar

primeros versos

Mano abierta, di, dime, dilo, dícelo a tus dedos que me exprimen desde muy adentro toda la amorosa sangre; dícelo a mis manos -ay torrentes ciegos, ya cauces sin agua, siempre manantiales secos. No, nunca lo digas, nunca digas qué, quién, quién la volvió a cerrar. ...

 

   El florecido sueño

   Julio César Aguilar

primeros versos

En la fertilidad de tus manos inacabables puse anoche a dormitar el sueño más largamente soñado, y ya ves ahora, mano tan abierta, cómo de tus costados, poco a poco, lúcidamente va enraizándose, dando al aire su aromada luz que apenas se irradia. No ráfagas de amor es lo que pide ...

 

   Tratado de la desesperación: los peces

   José Emilio Pacheco

primeros versos

Siempre medita el agua del acuario Piensa en el pez salobre y en su vuelo reptantebreves alas de silencio El entrañado en penetrables líquidos pasadizos de azoque en donce hiende su sentencia de tigre su condena a claridad perpetua o ironía de manantiales muertos tras dormidas ...

 

   A medianoche...

   Jaime Sabines

primeros versos

A medianoche, a punto de terminar agosto, pienso con tristeza en las hojas que caen de los calendarios incesantemente. Me siento el árbol de los calendarios. Cada día, hijo mío, que se va para siempre, me deja preguntándome: si es huérfano el que pierde un padre...

 

   Pero el vaso en sí mismo no se cumple... (Muerte sin fin)

   José Gorostiza

primeros versos

Pero el vaso en sí mismo no se cumple. Imagen de una deserción nefasta ¿qué esconde en su rigor inhabitado, sino esta triste claridad a ciegas, sino esta tentaleante lucidez? Tenedlo ahí, sobre la mesa, inútil. Epigrama de espuma que se espiga ante un auditorio anestesiado, ...

 

   Kristiansand

   José Emilio Pacheco

primeros versos

Desembarcamos al atardecer. Diluviaba. Nunca estuvo tan gris el Mar del Norte. Pero obstinada en recobrar la sal, la lluvia, a grandes...

 

   La palabra dicha

   Octavio Paz

primeros versos

La palabra se levanta de la página escrita. La palabra, labrada estalactita, grabada columna, una a una letra a letra. El eco se congela en la página pétrea. Ánima, blanca como la página, se levanta la palabra. Anda sobre un hilo tendido del silencio al grito, sobre el filo del decir...

 

   Tratado de la desesperación: los peces

   José Emilio Pacheco

primeros versos

Siempre medita el agua del acuario Piensa en el pez salobre y en su vuelo reptante breves alas de silencio el entrañado en penetrables líquidos pasadizos de azogue en donde hiende su sentencia de tigre su condena...

 

   Fado

   Maricruz Patiño

primeros versos

Este hueco de lágrimas transparente y salvaje como una estalactita Olas del cielo desde el horizonte azul de tu mirada tumulto fiero el de tus ojos celta y sarraceno tu nombre que se abre como una flor de sangre en mi garganta Tú, puñal en el pecho Incandescencia sorda de un amor ...

 

   Mar de fondo (XIV)

   Francisco Hernández

primeros versos

Antes de que llegara el tiempo de la fiebre, un tacuazín devoró a la guacamaya que alegraba lo sórdido del patio. Mi padre, conmovido por mi desesperación, construyó una trampa grande y resistente, con tablones del aserradero. En su interior dispuso granos de maíz, ...

 

   Polvo (fragmentos II)

   Guadalupe (Pita) Amor

primeros versos

De lo gris me salí, y al polvoriento gris he retornado. ¡Cuanto yo concebí, sólo fue imaginado, que el realizar a mí me está velado! Va a perderse mi huella... Sólo soy llamarada del destino; una loca centella que tiene el desatino de pretender que el polvo sea divino. ...

 

   El relámpago y el mar (IV) Dios, agazapado...

   Jorge Fernández Granados

primeros versos

Dios, agazapado en el accidente nómada del juego, se disuelve mudo y huraño en su profana contingencia, ronda los escondrijos matemáticos y asalta el rezo como un puro duende legendario que ríe sin respuesta, un anacoreta menor de los desvelos en el vértigo de los químicos ...

 

   Mi laberinto

   Alberto Blanco

primeros versos

El cielo es inmenso sobre las torres disparejas que coronan esta colina en la Isla de Francia Las gárgolas negras y las golondrinas hacen su nido sin hacer distinciones entre santos, vírgenes y pecadores Y lo que por dentro es noche ornada de monstruos y vitrales joyas de la mente, iluminaciones...

 

   Dolor

   Enrique González Martínez

primeros versos

Mi abismo se llenó de su mirada, y se fundió en mi ser, y fué tan mía, que dudo si este aliento de agonía es vida aún o muerte alucinada. Llegó el Arcángel, descargó la espada sobre el doble laurel que florecía en el sellado huerto... Y aquel día volvió la sombra y regresé a mi nada. ...