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listado de poemas por primeros versos letra n

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141 poemas con la letra "n"

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Tu nombre de Octavio Paz
Nace de mí, de mi sombra, amanece por mi piel, alba de luz somnolienta. Paloma brava tu nombre, tímida sobre mi hombro.
Mosquitos de José Emilio Pacheco
Nacen en los pantanos del insomnio. Son negrura viscosa que aletea. Vampiritos inermes, sublibélulas, caballitos de pica...
Nací a la orilla del desierto... de Luis Alberto Arellano
Nací a la orilla del desierto. Hijo de la sal y el vértigo, miembros anquilosados por la lengua de arena que nos forma. Somos todos prófugos del viento. Aquí ocurre que no hay agua, sino estéril sed y sonoro silencio. Ocurre que la falda de una mujer suda la materia de nuestros ruegos. ...
Condiciones objetivas de Thelma Nava
Nacimos diferentes. Somos muchos y pocos para el grito. No nos doblegaremos ante nada. Es la era de Acuario, signo de aire que arrasará las viejas estructuras. De: Tlaltelolco 68
Iré a Sao Paulo un día de Fabio Morábito
Naciste en la ciudad más industrial de América Latina, en sus afueras que te han hecho arisca y alérgica al domingo, enfrente de los prados que cruzan los obreros con sus viandas, callados por el frío, para alcanzar el metro. Cuando llegó el momento de caminar con ellos codo a codo, el prado tuvo...
Nada asciende... de Román Luján
NADA ASCIENDE La noche es una orquídea ponzoñosa La música dormita en su triste condición de humusSal de ti me digo y el rencor de tanto espejo acumulado hunde navajas cuerpo adentro en la retícula más débil allí donde las voces nunca alcanzan a regalarme un rostro ...
Nada comparable a tus manos... de Frida Kahlo
Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de ti por días y días, eres el espejo de la noche, la luz violenta del relámpago, la humedad de la Tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio, mis yemas tocan tu sangre. Toda mi alegría es sentir...
Nuevo puerto de Carmen Alardín
Nada de nuevo al mar podemos darle que los restos de todos los naufragios. Su lindero infernal nada permite bajo el secreto de las viejas algas. Todo se ha dicho ya. Todo han callado muy a tiempo las brisas, las arenas. Nada nuevo al amor han de brindarle nuestros nombres grabados bajo el sol. ...
Presagio de Blanca Luz Pulido
Nada en el mundo te alcanza todavía: son tus labios de sombra, y tu voz un fantasma. Has surgido a la luz para mis ojos, y te aumenta mi sangre, y te encumbran mis venas. Ya sin saberlo te acercas a tu forma, y encenderás la llama en la incesante noche que te espera. Y sin saberlo ...
Irrealidad de Thelma Nava
Nada es real el amor está detrás de cualquier puerta (¿pero cuál?) desconocido al que estuve a punto de hallar tantas veces sin conseguirlo. La mitad de mi vida lo he intentado. Nada es real mundo que se construye como una garra del sueño higo inmaduro soledad sola dicha...
Arena de Fernando Ruiz Granados
Nada hay aquí que se hermane con la piedra De los templos enclavados en la roca viva Cuya edificación comenzaba relata Herodoto El día diez del segundo mes egipcio Cuando las sagradas aguas del Nilo lo inundaban todo De las pirámides orientadas hacia los cuatro Puntos Cardinales ...
Óleos para mi madre de Luis Alberto Arellano
Nada hay más obsceno que un enano pintando siempre putas Nada más terrible, una mujer sin miedo al abismo o la insignificancia escurrida entre las piernas tarde a tarde de un modo casi humano Un listón ennegrecido cargando el muro de una casa abandonada La irrisoria manera ...
Nada hostiga al papel esta mañana... de Román Luján
NADA HOSTIGA AL papel esta mañana No hay un gris melodramático ni demasiado frío ni ganas de salir Pero tus manos Las puertas del armario enronquecieron Cepillo violinista la hilera de incisivos Aún noviembre Reniego cinco veces de camisa Un manojo plátanos Tu ausencia ...
Ambición de Jaime Torres Bodet
Nada más, Poesía: la más alta clemencia está en la flor sombría que da toda su esencia. No busques otra cosa. ¡Corta, abrevia, resume; no quieras que la rosa dé más que su perfume!
E pur si muove de Oscar Oliva
Nada se mueve en la ciudad. Dejo caer mi mano, y nada. Respiro hondo: sólo mi pecho en esta habitación se mueve como la leche en un vaso. Días y días levantando objetos, gritando, azotando puertas, escandalizando, y nada. Nada se mueve en la ciudad. La ciudad no da...
Soledad de Jorge Fernández Granados
Nada va a salvarnos. Ni el amor, ni la fe, ni la palabra. Nada va a saber que fuimos tantos embarcados en el haz de la ternura, angustiados y desnudos, errantes y remotos. Nadie hablará por nadie. A cada quien se le rompe el alma con sus propios días mal escritos...
El auxilio de los idiotas de Luis Alberto Arellano
Nada, ni la pequeña letra de cláusula en falso contrato ni la angustia en la mirada que me sueltas en un dejo de lejanía ni la atolondrada cabeza con que montan los andantes el caballo por pascuas ni el lento arremolinar de tu postiza cadera minando mi costado por frotar despacio ni el recitar ...
Nada, sino tu sombra... de Julio César Aguilar
Nada, sino tu sombra galopando. Va y viene a través de las cortinas translúcidas del pensamiento. Y la atrapo. Y consagro las palabras al silencio de tus manos. Ah, la fatiga. Cavé una fosa, en vano, para tu luz distante, imperecedera. Mas nada. Nomás la sombra de un fantasma. ...
Nada. Que no se puede decir nada de Jaime Sabines
Nada. Que no se puede decir nada. Déjenme hablar ahora; no es posible. Quiero decir que eso, que lo otro, que todo aquí me tiene muerto, medio muerto, llorando. Porque nos pasa a veces, nos sucede que el mundo -no sólo el mundo- se complica, se amarga...
Nada de Antonio Plaza
Nadaba entre la nada. Sin empeño a la vida, que es nada, de improviso vine a soñar que soy; porque Dios quiso entre la nada levantar un sueño. Dios, que es el Todo y de la nada es dueño, me hace un mundo soñar, porque es preciso; El siendo Dios, de nada un paraíso formó, ...
Nadie ha tirado estas hojas... de Víctor Sandoval
Nadie ha tirado estas hojas, las trae un viento maduro y macizo de fustas y golpes categóricos. Las hojas contradicen a la estación y al día. Si abro la mano duerme en el fondo una moneda. Los hombres, de corazón bicorne y suspirante, son dueños de las contradicciones, de las hojas ...
Celebración de la memoria (V) de Jorge Ruiz Dueñas
Nadie puede salir por los canales Sólo el Señor de las islastimonel confiable Se lo ha dicho el mar
Nadie sale... de Rubén Bonifaz Nuño
Nadie sale. Parece que cuando llueve en México, lo único posible es encerrarse desajustadamente en guerra mínima, a pensar los ochenta minutos de la hora en que es hora de lágrimas. En que es el tiempo de ponerse, encenizado de colillas fúnebres, a velar con cerillos algún...
Me abres de Isabel Quiñones
Nadie, ni el silencio me abre como tú, ni el tiempo. Mujeres de carne y verso. Antología poética femenina en lengua española del siglo XX. Edición de Manuel Francisco Reina. La esfera literaria. 2002
Talpa de Juan Rulfo
Natalia se metió entre los brazos de su madre y lloró largamente allí con un llanto quedito. Era un llanto aguantado por muchos días, guardado hasta ahora que regresamos a Zenzontla y vio a su madre y comenzó a sentirse con ganas de consuelo. Sin embargo, antes, entre...
Criaturas para la recién casada (Malagua) de Jorge Esquinca
Náufraga flor, exiliada víscera, Malagua a merced del oleaje, blando cristal que el mar expulsa como a un cáncer. En la espuma de su sueño revolcada, bajo el ciclo de azoro que los niños sostienen al contemplarla con un temblor sagrado. Tal un beso de muchacha núbil, ...
Celebración de la memoria (XIV) de Jorge Ruiz Dueñas
Navegación del sol Médano a la deriva Así construyo la celebración de la memoria la canción de la muerte tu resurreción
Destino de las palabras de Thelma Nava
Navegamos los días y las palabras viajan hasta darnos la mano las palabras incendioen los labios insomnes las palabras incendio festín de fuego para el solitario. ¿Qué destino para las palabras? Se recomienza siempre y se vuelve a la palabra primitiva la que ata y nos seduceviva ...
Navegantes de Eduardo Langagne
Navegar é preciso viver não é preciso Si la constelación indica el rumbo hay que mirar arriba y atrapar esa estrella en la mirada. Pero a tanta distancia ignorar es la ruta a navegar. Navegar é preciso viver não é preciso El timón no se corrige enderezando el barco. ...
Alba de proa de Gabriel Zaid
Navegar, navegar. Ir es encontrar. Todo ha nacido a ver. Todo está por llegar. Todo está por romper a cantar.
La cruz sola de Manuel José Othón
Negro el altar, la bóveda desierta, el resplandor del moribundo día penetra por la angosta celosía de la alta nave sobre el muro abierta. Allá en la triste soledad incierta se levanta la cruz negra y sombría; Cristo, la inmensa luz que en ella ardía, descansa ya bajo la losa yerta. ¡Ay!, del mundo en el viaje ...
Nocturno alterno de José Juan Tablada
Neoyorquina noche dorada Fríos muros de cal moruna Rectors champaña fox-trot Casas mudas y fuertes rejas Y volviendo la mirada Sobre las silenciosas tejas El alma petrificada Los gatos blancos de la luna Como la mujer de LothY sin embargo es una mismaen New York y en Bogotá ...
Encuentro con la nieve de Vicente Quirarte
Nevó toda la noche y amanece la tierra inmaculada. Quién pudiera decir que bajo el manto prepara su verdor la primavera. Si la pureza existe, qué semejante es a la nieve: hoja blanca cedida por el mundo para probar que nada permanence.
Luis Cernuda (1902-1963) de Octavio Paz
Ni cisne andaluz ni pájaro de lujo Pájaro por las alas hombre por la tristeza Una mitad de luz Otra mitad de sombra No separadas: confundidas una sola substancia vibración que se despliega en transparencia Piedra de luna más agua que piedra Río taciturno más palabra que río...
Mala fe de Rosario Castellanos
Ni el cielo constelado de estrellas ni la ley moral, urdida en la raíz del hombre. No, a diferencia exacta de Kant, no me suscitan tales contemplaciones tales meditaciones, maravilla o asombro. Me conmueve más bien la vastedad del espacio, la inmensa magnitud de los tiempos y las cosas ...
Valle de Oaxaca de Eduardo Zambrano
Ni la vieja gloria de los maravillosos imperios se ha salvado. Ni el orgullo de las catedrales, ni siquiera el remanso de la fe en los monasterios compiten con esa otra arquitectura de cerros y nubes en el Valle de Oaxaca. El tiempo gasta la dura piedra y se desmorona la realidad. ...
Nocturno mar de Xavier Villaurrutia
Ni tu silencio, duro cristal de roca, ni el frío de la mano queme tiendes, ni tus palabras secas, sin tiempo ni color, ni mi nombre, ni siquiera mi nombre que dictas como cifra desnuda de sentido; ni la herida profunda, ni la sangre que mana de sus labios, palpitante, ni la distancia cada vez más fría ...
La forma de tu ausencia de Homero Aridjis
Ni un momento he dejado de ver en este cuerpo la forma de tu ausencia, como una esfera que ya no te contiene. Pero dos cosas constantes te revelan, te tienen de cuerpo entero en el instante, y son la cama y la mesa de madera, hechas a la medida del amor y del hambre ...
A una niña de Antonio Plaza
Niña gentil que a la vida despertaste alegre ayer, como en Oriente despierta la luz al amanecer. Niña, que del oro cielo viniste al mundo a caer, como aljofarada gota del nítido rosicler. Y en inmaculada cuna te remeciste después, como ilusión que se mece del sueño al dulce vaivén. ...
Niña muerte... de Jaime Sabines
Niña muerte, descansa en nuestros brazos quietos. En la sombra, descansa junto a nuestro cuerpo. Cómete mis ojos para mirar adentro, acaba mis labios, mi boca, el silencio, bébete mi alma, bébete mi pecho, niña muerte, mía, que yo te mantengo...
Canto (IX) de Mario Bojórquez
Ninguno podrá jamás decir de ti Tuve su mano franca junto a la mía estrechando el deseo Haciendo de una fuerza común un compartido sueño Si alguien te vio no supo nunca el color de tus ojos La vena matriz de tu corazón Apenas diste un paso para retroceder Y un gesto que acusaba bondad ...
No acabarán mis flores de Nezahualcóyotl
No acabarán mis flores, no cesarán mis cantos. Yo cantor los elevo, se reparten, se esparcen. Aún cuando las flores se marchitan y amarillecen, serán llevadas allá, al interior de la casa del ave de plumas de oro.
Alta traición de José Emilio Pacheco
No amo mi Patria. Su fulgor abstracto es inasible. Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos. cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias...
Pausas II de José Gorostiza
No canta el. grillo. Ritma la música de una estrella. Mide las pausas luminosas con su reloj de arena. Traza sus órbitas de oro en la desolación etérea. La buena gente piensa -sin embargo- que canta una cauta de música en la hierba.
Proposición de la boa de Rosario Castellanos
No comas nunca nada que no seas capaz de digerir, que no seas capaz de vomitar. De: Poesía no eres tú
Palabras para un día de campo de Enzia Verduchi
No conocimos la experiencia de un mantel a cuadros sobre la hierba, no presenciamos la huida de un sombrero de paja con el viento. Quizás segar el campo hubiera sido útil como importante es para las mujeres lavar la ropa juntas, contarse anécdotas que jamás sucedieron. ...
No dejes... de Ricardo Yáñez
No dejes, pero no impidas, que se vaya el colibrí. (Del libro de reciente aparición Estrella oída, coeditado por El Aduanero y la UAM Azcapotzalco.)
Sal y pimienta de Alejandro Aura
No describo la cosa cuando nombro y en rombos de sonido en espirales en volutas digo pues la cosa es pastel muchacha zanahoria y así la cosa dicha me provoca en la boca una humedad un charco...
El arte de vivir de Alberto Blanco
No dije nada que te pudiera herir y sin embargo tuve que mentir Tú no querías oír la verdad pero me pediste, sí, sí, sí, sí sinceridad Y yo sinceramente tuve que mentir y allí radica -tal vez- (tal vez) el arte de vivir ¿Cuál es el arte de vivir? Unas palabras pueden cambiar completamente...
No en parte alguna de Nezahualcóyotl
No en parte alguna puede estar la casa del inventor de sí mismo. Dios, el señor nuestro, por todas partes es invocado, por todas partes es también venerado. Se busca su gloria, su fama en la tierra. Él es quien inventa las cosas, él es quien se inventa a sí mismo: dios. Por todas partes es ...