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listado de poemas por primeros versos letra p

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149 poemas con la letra "p"

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Redoble bajo una ceiba de Juan Bañuelos
Padre anciano, Obrero y gran señor, Sesenta y nueve ramas se han secado En tu arbolado corazón. Padre, es claro. Yo acecho tu bastión: Me abro paso entre cedros y álamos Cuando, de pronto, soy la multitud hambrienta de una calle Aherrojada en cilicios de terror. Padre obrero, Obrero...
Estos años de Eduardo Langagne
Padre, mis ideas no están sólo en las notas que extraigo al piano, taciturno mueble, conservador, oscuro, al que le exijo actualizarse. Mi pensamiento hace florecer las plantas, abre las flores y provoca que el limonero del jardín dé limones más dulces...
Para nombrar a España con amor de Thelma Nava
País que venías a mi encuentro sin sospecharlo (¿o era yo la que caminaba hacia ti?) que estuvo siempre detrás del mar, con su aliento de sal y el deseo de la primera golondrina. Es posible que un día me reconozca en ti, en tu olor de semillas, en tus flores recién cortadas, en tu...
Cuarteto de Octavio Paz
Paisaje familiar mas siempre extraño, enigma de la palma de la mano. El mar esculpe, terco, en cada ola, el monumento en que se desmorona. Contra el mar, voluntad petrificada, la peña sin facciones se adelanta. Nubes: inventan súbitas bahías donde un avión es barca...
Décimas glosadas de Guillermo Prieto
Pajarito corpulento, Préstame tu medecina Para curarme una espina Que tengo en el pensamiento, Que es traidora y me lastima. Es de muerte la aparencia Al dicir del hado esquivo; Pero está enterrado vivo Quien sufre males de ausencia. ¿cómo hacerle resistencia a la juerza del tormento? ...
Palabra de Octavio Paz
Palabra, voz exacta y sin embargo equívoca; oscura y luminosa; herida y fuente: espejo; espejo y resplandor; resplandor y puñal, vivo puñal amado, ya no puñal, sí mano suave: fruto. Llama que me provoca; cruel pupila quieta en la cima del vértigo; invisible luz fría cavando ...
Palabras, frases, sílabas... de Octavio Paz
Palabras, frases, sílabas, astros que giran alrededor de un centro fijo. Dos cuerpos, muchos seres que se encuentran en una palabra. El papel se cubre de letras indelebles, que nadie dijo, que nadie dictó, que han caído allí y arden y queman y se apagan. Así pues, existe...
Palabras, ganancias de un cuarto de hora... de Octavio Paz
Palabras, ganancias de un cuarto de hora arrancado al árbol calcinado del lenguaje, entre los buenos días y las buenas noches, puertas de entrada y salida y entrada de un corredor que va de ninguna parte a ningún lado. Damos vueltas y vueltas en el vientre animal, en el vientre...
Sonetos bíblicos (V) Jezabel de Concha Urquiza
Palidez consumada en el deseo, Suma de carne transparente y fina, Ya sellada, en profética rutina, Para el soldado y para el can hebreo. ¡Oh desahuciada fiebre, oh devaneo que oscila como péndulo en rüina, de un viñedo que el sol nimba y fulmina a cruenta gloria y militar trofeo! ...
Mañana de sol de Luis G. Urbina
Palpitan como alas de pájaros en fuga las velas que sacude la brisa matinal, y el aire, a flor de onda, menudamente arruga la seda azul, tramada de estambres de cristal. De la dorada costa la palidez subyuga, y tiene el viento puro delicadeza tal, que al refrescarme el rosotro parece que me enjuga ...
Panoramas de Francisco González Léon
Panoramas de la mañana que alcanzo desde mi ventana. Sillares y molduras de la iglesia que se detallan por lo tan cercana. Mañana ventosa que en el arbolado de la plazuela combina en los ramajes muecas y caras, risas y cabeceos, cual si fueran los de un corro de vecinos en chismorreos. ...
Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (XV) de Jaime Sabines
Papá por treinta o por cuarenta años, amigo de mi vida todo el tiempo, protector de mi miedo, brazo mío, palabra clara, corazón resuelto, te has muerto cuando menos falta hacías, cuando más falta me haces, padre, abuelo, hijo y hermano mío, esponja de mi sangre...
Donde se levanta censo aproximado de sirenas, y con brevedad se prosan algunas cualidades de ellas al estilo de Francisco Delicado de Eduardo Vázquez Martín
para Adriana Las hay muchas y son variados sus hábitos. Unas sólo cantan sentadas a la puerta de su casa. Otras cuando cantan peinan larga cabellera. Se sabe, por raro que parezca, que además de sorda no falta la que es muda. Sirenas arrepentidas y cínicas. . ...
Los proscritos de Jorge Valdés Díaz - Vélez
para Amalia Bautista Lo más original no fue el pecado ni la ira de Dios, ni la serpiente, sino aquella oración que se dijeron al salir al exilio, temblorosos con el sexo cubierto por vergüenza: amor no soy de ti sino el principio . Selección del autor
Estanque de José Luis Rivas
Para asumir un gesto vas ante aquel espejo que guarda tu primera dicha. Aún es claro. Y puedes ver entra las monedas que lanzaste a sus aguas la que muestra su rostro adverso. Una mujer de ti ya se retira paso a paso como la niebla de un trópico desierto.
Comer sirena de Eduardo Vázquez Martín
para Carmen Boullosa Que no le sirvan otra cosa, no foca, no cazón, tonina, tanto animal del agua. A la sirena hay que pedirla con cabeza. Más importante aun que el ajo, el estragón, pimienta y sal; antes de ponderar el cuerpo que Alavesa le otorga a sus riojas, ...
Para decir azul... de Carmen Alardín
Para decir azul no es necesario tener el cielo entre las manos, basta lavar el alma cada día y arrancar al amor lo extraordinario. Para excavar la luz ya no es preciso apresar su lejana geometría entre los vasos cotidianos, basta tener la agilidad precisa para viajar entre sus años. ...
Lo cotidiano de Rosario Castellanos
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día; este cabello triste que se cae cuando te estás peinando ante el espejo. Esos túneles largos que se atraviesan con jadeo y asfixia, las paredes sin ojos, el hueco que resuena de alguna voz oculta y sin sentido. Para el amor no hay tregua, amor. ...
Copo de nieve de Salvador Díaz Mirón
Para endulzar un poco tus desvíos fijas en mí tu angelical mirada y hundes tus dedos pálidos y fríos en mi oscura melena alborotada. ¡Pero en vano, mujer! No me consuelas. Estamos separados por un mundo. ¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas? ¿Por qué, si soy el fuego, ...
La poesía de Salvador Novo
Para escribir poemas, para ser un poeta de vida apasionada y romántica cuyos libros están en las manos de todos y de quien hacen libros y publican retratos los periódicos, es necesario decir las cosas que leo, esas del corazón, de la mujer y del paisaje, del amor fracasado ...
Polaroid de Jorge Valdés Díaz - Vélez
para Eugenio Montejo Son siete contra el muro, de pie, y uno sentado. Apenas si conservan los rasgos desleídos por los años. Las caras resisten su desgaste, aunque ya no posean los nítidos colores que ayer las distinguieron. Entre libros y copas, las miradas sonrientes, ...
Celebración de la memoria (IV) de Jorge Ruiz Dueñas
Para evitar los males que llegan del oceano hizo levantar una colina de sal Sobre ella sus cancerberos otean el horizonte y aúllan a la luna Sí te aguardan
Ala que no vuela de Efraín Bartolomé
Para Gertrude Duby I Aquí la selva Larga la soledad con que nos nutre Hora de lentos pies donde el puñal se hunde Raíz de luna helada sus venenos más fuertes Aquí el árbol anclado en el asombro: lagunas congregadas al silbo de serpientes...
La septuagésima quinta de Alejandro Aura
para la oreja el ruido perro un dardo certero en el centro del ojo del ruido ha dado y éste ruge o ay ay ay quien lo ha dañado así por qué en parte vital tan importante por qué a ver reflexionemos en las causas un dios se ha enojado con el ruido claro los dioses montan en cólera contra...
Para los que llegan a las fiestas... de Rubén Bonifaz Nuño
Para los que llegan a las fiestas ávidos de tiernas compañías, y encuentran parejas impenetrables y hermosas muchachas solas que dan miedo pues no uno sabe bailar, y es triste ; los que se arrinconan con un vaso de aguardiente oscuro y melancólico, y odian hasta el fondo su miseria, ...
Las Vírgenes terrestres de Enriqueta Ochoa
Para Marianne, mi hija En vano envejecerás doblado en los archivos: no encontrarás mi nombre. En vano medirás los surcos sementados queriendo hallar mis propiedades. No tengo posesiones. En cambio, es mío el sueño de los valles arrobados y mío el subterráneo ...
Ishmar de Jorge Valdés Díaz - Vélez
para Martha Iga La manera de peinarte desnuda ante el espejo húmedo del baño, de apresar en la palma tu cabello para escurrir el agua y agacharte en medio de palabras que no entiendo; el acto de secar tu piel, la forma de sentir con las yemas una arruga que ayer no estaba, ...
A la salud de los enfermos de Juan Domingo Argüelles
Para mi hijo Está bien, te lo diré: no pensaba en la muerte, pues si he bajado a los infiernos era por ver la maravilla que hasta hace poco era la vida. Entre el azufre y el espanto probé otra vez de aquella culpa para poder seguir viviendo. Y ya he pagado mi tributo. ...
El ahorcado del café Bonaparte de Fayad Jamís
Para no conocer los abismos del humo para no tragarse los periódicos de la tarde para no usar unos espejuelos cubiertos de sangre o telaraña El que estaba sentado en un rincón lejos de los espejos tomándose una taza de café no oyendo el tocadiscos sino el ruido de la pobre llovizna ...
Transverbación de Victor Hugo Piña Williams
Para Octavio Paz I Lo que la sílaba soba y desova es el pulso larvoso de la nada, la Vesta que deflagra su melisma, su llama que te abro aquella boca que calla en la boca y que saliva en ábaco su sílaba y el abáculo aboca de su sino, vocal que vidria un agua. Transido estanque que la voz ...
Ciclo de Tomás Segovia
Para qué A quién le va importar Ni siquiera a uno mismo Y la espera de quién se colmaría O contra quién alzarse Para imponerse contra qué amenaza Y la altivez de no cejar A quien enorgullece A quién sino al orgullomismo Que vive de engañarnos Y para qué el orgullo O la humildad ...
Casa de los monos de Efraín Bartolomé
Para qué hablar del guayacán que guarda la fatiga o del tambor de cedro donde el hachero toca A qué nombrar la espuma en la boca del río Lacanjá Espejo de las hojas Cuna de los lagartos Fuente de macabiles con ojos asombrados Quizá si transformara en orquídea esta lengua ...
Casa de los monos de Efraín Bartolomé
Para qué hablar del guayacán que guarda la fatiga o del tambor de cedro donde el hachero toca A qué nombrar la espuma en la boca del río Lacanjá Espejo de las hojas Cuna de los lagartos Fuente de macabiles con ojos asombrados Quizá si transformara en orquídea esta lengua...
Para que se fuera la mosca... de Fabio Morábito
Para que se fuera la mosca abrí los vidrios y continué escribiendo. Era una mosca chica, no hacía ruido, no me estorbaba en lo más mínimo, pero tal vez empezaría a zumbar. Un aire frío, suave, entró en el cuarto; no me estorbaba en lo más mínimo, pero no se llevaba con mis versos. Cambié...
Al filo de su cuerpo de Juan Domingo Argüelles
Para Rosy Tiene el cabello negro y los ojos que, desde ahora, son mis ojos. Despierto y la contemplo, o tal vez duermo y sueño al filo de su cuerpo.
Cansancio de toda metafísica de Ulalume González de León
Para simplificar pienso en tu sexo
Tardío aprendizaje de Elías Nandino
Para soportar estos años aciagos, amargos, de apretado silencio en soledad sin muros, he tenido que aprender a platicar a solas, a sufrir sin queja, a llorar sin llanto y a crearme, en las quemantes noches de los insomnios vagabundos, la dócil compañía de mi almohada, ...
Paraíso del aire de Bernardo Ortiz de Montellano
Paraíso del aire congelado, muerte de cielo y tierra celadores. ¿De qué color los ojos? Los colores. más por su vibración que por su grado. Y más por la mirada miradores que por la luz los ojos que he soñado cuerpo que flota sin pesar, velado en un clima de puros impudores. ¿Es la sonrisa, paladar ...
Lutecia de Marisa Trejo Sirvent
París vuelta de hoja impredecible anillo al dedo hoja en el Sena cuya corriente no deja de mover París, 1980. Poema proporcionado por la autora
Pasa el lunes... de Jaime Sabines
Pasa el lunes y pasa el martes y pasa el miércoles y el jueves y el viernes y el sábado y el domingo, y otra vez el lunes y el martes y la gotera de los días sobre la cama donde se quiere dormir, la estúpida gota del tiempo cayendo sobre el corazón aturdido, la vida...
De pronto New York se quedó sin Joseph Brodsky de José Eugenio Sánchez
pasan las risotadas de un carro antiguo un tipo tembloroso te ofrece lo que quieras las prostitutas en abrigo se cubren el viento entre ellas unos uniformados salen de un bar completamente ebrios un vagabundo extiende la mano al final de la calle se enciende la tortea de una patrulla de policía ...
Pasas por el abismo de mis tristezas de Amado Nervo
Pasas por el abismo de mis tristezas como un rayo de luna sobre los mares, ungiendo lo infinito de mis pesares con el nardo y la mina de tus ternezas. Ya tramonta mi vida; la tuya empiezas; mas, salvando del tiempo los valladares, como un rayo de luna sobre los mares pasas por el abismo...
Pasas por el abismo de mis tristezas… de Amado Nervo
Pasas por el abismo de mis tristezas como un rayo de luna sobre los mares, ungiendo lo infinito de mis pesares con el nardo y la mirra de tus ternezas. Ya tramonta mi vida; la tuya empiezas; mas, salvando del tiempo los valladares, como un rayo de luna sobre los mares pasas...
Agua-fuerte de José Juan Tablada
Pasas trotando como si huyeras y se diría que antros de vicio buscando fueras con las pupilas ardiendo al día entre la sombra de las ojeras... Tu cuerpo trémulo se arrebuja con turbadores gestos de vicio, y vas furtiva como una bruja bajo las iras del Santo Oficio. ...
Cobardía de Amado Nervo
Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza! ¡Qué rubios cabellos de trigo garzul! ¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul... Pasó con su madre. Volvió la cabeza: ¡me clavó muy hondo su mirada azul! Quedé como en éxtasis... Con febril ...
Ya no le echen tierra de Carmen Boullosa
Patria no: Tierra mía. Hermana que sólo en ti cumplió mi cuna. Sangre de mi sangre, padre de mi padre, madre de mi madre y de mis abuelas, amiga mía y enemiga, el escorpión y su nido de que habló Paz. Tierra no eres, sino agua: El río Pánuco con sus cascadas, el río Grijalva...
Mar de fondo (X) de Francisco Hernández
Paura no tiene cono: tiene un molusco arroz entre las piernas, un coral palpitante, un fruto que perfuma mis vísceras y el aliento de los tiburones. Cuentan que fue muy bella en su primera infancia. Dicen que su pelo servía de faro en noches de tormenta y que su lengua salvó ...
Señora mía de Sor Juana Inés de la Cruz
Pedirte, señora, quiero de mi silencio perdón, si lo que ha sido atención le hace parecer grosero. Y no me podrás culpar si hasta aquí mi proceder, por ocuparse en querer, se ha olvidado de explicar. Que en mi amorosa pasión no fue descuido, ni mengua, quitar el uso ...
Poema de Homero Aridjis
Pensabas que el amor era bueno y que volabas en dos cuerpos que eran el tuyo y no eran el tuyo al mismo tiempo que la tierra era aérea llena de camas y de puertas llena de llaves y de ceros y que la ciudad con sus charcos y sus perros eran un cielo sin fin para tu vuelo pensabas que tu cuerpo ...
Interior de Octavio Paz
Pensamientos en guerra quieren romper mi frente Por caminos de pájaros avanza la escritura La mano piensa en voz alta una palabra llama a otra En la hoja en que escribo van y vienen los seres que veo El libro y el cuaderno repliegan las alas y reposan Ya encendieron las lámparas ...