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El beso del adiós

Era el instante del adiós: callaban,
y sin verse las manos se estrechaban
          inmóviles los dos.
Almas que al separarse se rompían,
temblando y sin hablarse se decían:
"He aquí el instante del postrer adiós".

Doliente como el ángel del martirio
ella su frente pálida de lirio
          tristísima dobló;
quiso hablar, y el sollozo comprimido
su pecho desgarró con un gemido
que el nombre idolatrado sofocó.

Y luego con afán, con ansia loca
tendió sus manos y apretó su boca
          a la frente de él.
Fue un largo beso trémulo... y rodaba
de aquellos ojos que el dolor derrama
copioso llanto de infinita hiel.

El lo sintió bañando sus mejillas,
y cayó conmovido de rodillas...
          Sollozaban los dos.
Y en un abrazo delirante presos
confundieron sus lágrimas, sus besos,
y se apartaron... sin decirse adiós.


Selección: Juan Domingo Argüelles.


MANUEL MARÍA FLORES




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