Salvador Díaz Mirón | |
Semejas esculpida en el más fino hielo de cumbre sonrojado al beso del sol, y tienes ánimo travieso, y eres embriagadora como el vino. Y mientras: no imitaste al peregrino que cruza un monte de penoso acceso, y párase a escuchar con embeleso un pájaro que canta en el camino. ... | |
Insensibles a fiestas y grimas y con alas de luz de centellas, pero esquivos a cautas doncellas, difundíos por gentes y climas. No sois gemas inmunes a limas y con lampos de fijas estrellas, Sino chispas de golpes y mellas y ardéis lascas de piedras de simas. Pero hay siempre valer en las rimas. ... | |
Bailas por antojo que al mancebo engríe y escotada luces dos hechizos fuera, y en el rubio monte de tu cabellera una flor de grana bruscamente ríe. ¡Pasas, huyes, tornas y el placer deslíe fósforo combusto que te pinta ojera, y tu maridazo mira errar la hoguera y nada barrunta que le contraríe! ... | |
(PRELIMINAR DE MELANCOLÍAS Y CÓLERAS) Al chorro del estanque abrí la llave; pero a la pena y al furor no pude ceñir palabras consecuente y grave. Pretendo que la forma ceda y mude; y ella en mi propio gusto se precave, y en el encanto y en el brillo acude. Afeites usa y enjoyada viene... ... | |
La vi tendida de espaldas entre púrpura revuelta... Estaba toda desnuda aspirando humo de esencias en largo tubo escarchado de diamantes y de perlas. Sobre la siniestra mano apoyada la cabeza, y cual el ojo de un tigre un ópalo daba en ella vislumbres de sangre y fuego ... | |
Tu traición justifica mi falsía aunque lo niegues con tu voz de arrullo; mi amor era muy grande, pero había algo más grande que mi amor, mi orgullo. Calla, pues. Ocultemos nuestro duelo, la queja es infecunda y nada alcanza; agonicemos contemplando el cielo ya que el cielo es nuestra ... | |
Para endulzar un poco tus desvíos fijas en mí tu angelical mirada y hundes tus dedos pálidos y fríos en mi oscura melena alborotada. ¡Pero en vano, mujer! No me consuelas. Estamos separados por un mundo. ¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas? ¿Por qué, si soy el fuego, ... | |
Junto al plátano sueltas, en congoja de doncella insegura, el broche al sayo. La fuente ríe, y en el borde gayo atisbo el tumbo de la veste floja. Y allá, por cima de tus crenchas, hoja que de vidrio parece al sol de mayo, toma verde la luz del vivo rayo, y en una gema colosal te aloja. ... | |
¡Yo quisiera salvar esa distancia, ese abismo fatal que nos divide, y embriagarme de amor con la fragancia mística y pura que tu ser despide! ¡Yo quisiera ser uno de los lazos con que decoras tus radiantes sienes! ¡Yo quisiera, en el cielo de tus brazos, beber la gloria que en los labios tienes! ... | |
Llego entre dos esbirros, que no dudan de que a un monstruo feroz guardan y aquietan. Gritos desgarradores me saludan y brazos epilépticos me aprietan. Suspenso en el umbral callo y vacilo. Alto y grueso blandón muestra y agrava con lampo incierto el espantable asilo. ... | |
Se que la humana fibra a la emoción se libra, pero que menos vibra al goce que al dolor. Y en arte no me ofusco; y para el himno busco la estética del brusco estímulo mayor. Mas no en aleve audacia demando a la falacia la intensa y cruda gracia, como un juglar sutil. A la verdad ajusto el calculado ... | |
En la rama el expuesto cadáver se pudría, como un horrible fruto colgante junto al tallo, rindiendo testimonio de inverosímil fallo y con ritmo de péndola oscilando en la vía. La desnudez impúdica, la lengua que salía, y alto mechón en forma de una cresta de gallo, dábanle aspecto bufo; ... | |
Blancas y finas, y en el manto apenas visibles, y con aire de azucenas, las manos -que no rompen mis cadenas. Azules y con oro enarenados, como las noches limpias de nublados, los ojos que contemplan mis pecados. Como albo pecho de paloma el cuello, y como crin de sol . ... | |
Como tronco en montaña venido al suelo. Frente grandiosa y limpia, soberbia y pura. Negras y unidas cejas, con la figura del trazo curvo y fino que marca el vuelo De un pájaro en un croquis que apunta un cielo. Nariz igual a un pico de halcón albura de canas. El abeto, ya sin verdura, dio en tierra ... | |
Bajo el ronco motín que grita muerte, el sagrado bajel cruje de suerte que semeja reír - El genio es fuerte; Y aun ante indicio, de locura o dolo, no culpa de falaz a Marco Polo, y se obstina en creer, inmenso y solo. Su fe suele medrar cuando vacila... ¡Así la llama del hachón oscila al viento, ... | |
Siento en la brisa y la bruma la esencia de la oxiacanta, y tu voz que se levanta, ¡oh cisne de negra pluma! Perfume a canción se suma, y a favor de mezcla tanta sueño el perfume que canta y la canción que perfuma. Al suspiro de la planta responde el de la garganta, como a bullir de agua espuma... ... | |
El misterio nocturno era divino. Eudora estaba como nunca bella, y tenía en los ojos la centella, la luz de un gozo conquistado al vino. De alto balcón apostrofóme a tino; y rostro al cielo departí con ella tierno y audaz, como con una estrella... !Oh qué timbre de voz trémulo y fino! ... | |
Mientras haya en ciudad y cortijo gallineros que ostenten su rijo; y por calles, y en lúbricos tratos, ardentías de perros o gatos; y en el aire y el muro y el suelo moscas tiernas, a pares, en celo; mi librillo en palacios y chozas ha de ser inocente a las mozas. Pero quise pecar de discreto; ... | |
Conservo de la injuria, no la ignominia; pero si la marca. Sentíme sin honor, cegué de furia, y recogilo de sangrienta charca! Y hórrido amago suena... Así la racha en el desierto zumba, cuando en crecientes vórtices de arena corre a ceñir al árabe la bumba! ¡Infames! Os agravia que un alma superior ... | |
Siempre aguijo el ingenio en la lírica; y él en vano al misterio se asoma a buscar a la flor del Deseo vaso digno del puro Ideal. ¡Quién hiciera una trova tan dulce, como el espíritu fuese un aroma, un ungüento de suaves caricias, con suspiros de luz musical! Por desdén a la pista plebeya, ... | |
A tres leguas de un puerto bullente que a desbordes y grescas anima, y al que a un tiempo la gloria y el clima adornan de palmas la frente, hay un agrio breñal, y en la cima de un alcor un casucho acubado, que de lejos diviso a menudo, y rindiéndose apoya un costado en el tronco ... | |
Es un monstruo que me turba. Ojo glauco y enemigo como el vidrio de una rada con hondura que, por poca, amenaza los bajeles con las uñas de la roca. La nariz resulta grácil y aseméjase a un gran higo. La guedeja blonda y cruda y sujeta, como el trigo en el haz. Fresca y brillante y rojísima la boca, ... | |
¡Cuáles piernas! Dos columnas de capricho, bien labradas, que de púas amarillas resplandecen espinosas en un pórfido que finge la vergüenza de las rosas por estar desnudo a trechos ante lúbricas miradas. Albos pies que con eximias apariencias azuladas tienen corte fino y puro. ... | |
Tu largo ventisquero forma y trasunta blanca mujer tendida, como difunta, y muestra en vivas manchas crudo arrebol. ¡Y el cadáver ficticio me desconcierta porque se me figura la Patria muerta, que con pintas de sangre se pudre al sol! ¡Oh signo de los tiempos graves y espurios! ... | |
¿Qué te acongoja mientras que sube del horizonte del mar la nube, negro capuz? Tendrán por ella frescura el cielo, pureza el aire. verdor el suelo, matiz la luz. No tiembles. ¡Deja que el viento amague y el trueno asorde y el rayo estrague campo y candil! Tales rigores no han de ser vanos. ... | |
Cubierto de jiras, al ábrego hirsutas al par que las mechas crecidas y rubias, el pobre chiquillo se postra en la tumba, y en voz de sollozos revienta y murmura: Mamá, soy Paquito; no haré travesuras. Y un cielo impasible despliega su curva. ¡Que bien que me acuerdo! ... | |
Si en tus jardines, cuando yo muera, cuando yo muera, brota una flor; si en un celaje ves un lucero, ves un lucero que nadie vio; y llega un ave que te murmura, que te murmura con dulce voz, abriendo el pico sobre tus labios, lo que en tu tiempo te dije yo: aquel celaje y el ave aquella, ... | |
Ayer, el cielo azul, la mar en calma y el sol ignipotente y cremesino, y muchas ilusiones en mi alma y flores por doquier en mi camino. Mi vida toda júbilos y encantos, mi pecho rebosando de pureza, mi carmen pleno de perfume y cantos y muy lejos, muy lejos, la tristeza. ... | |
Crin que al aire te vuela, rizada y bruna, parece a mis ahogos humo en fogata; y del arpa desprendes la serenata divinamente triste, como la luna. Y del celo ardoroso despides una fragancia de resina; y él te dilata ojo que resplandece con luz de plata, como en la sombra el vidrio de la laguna. ... | |
Mi corazón percibe, sueña y presume. Y como envuelta en oro tejido en gasa, la tristeza de Verdi suspira y pasa en la cadencia fina como un perfume. Y frío de alta zona hiela y entume, y luz de sol poniente colora y rasa, y fe de gloria empírea pugna y fracasa, como en ensayos torpes un ala implume. ... | |
No hay almíbar ni aroma como tu charla... ¿Qué pastilla olorosa y azucarada disolverá en tu boca su miel y su ámbar, cuando conmigo a solas ¡oh virgen! hablas? La fiesta de tu boda será mañana. A la nocturna gloria vuelves la cara, linda más que las rosas de la ventana; ... |
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