Marco Antonio Montes de Oca | |
Llegan las primeras oleadas del pueblo A encender con sus fuegos nada fatuos La mecha de mis cicatrices. Desanda el estambre La torturada extensión de los ovillos; Prodigiosamente se aclara el agua Y los frutos del muro de las nieblas A bayoneta calada son mondados. Tienen... | |
Encadenado a mi sangre libre Con grilletes de campanas Entro a mi siglo Por la puerta palpitante de mí mismo Y camino descalzo Por un archipiélago de almohadas Hacia la radiante oscurana del origen. Atrasa la lluvia sus relojes Y la dínamo salvaje retatúa su eje la pura... | |
De hinojos en el vientre de mi madre Yo no hacía otra cosa que rezar, Por la grieta de su boca perfumada Alguna vez el resplandor externo sorprendí; No estaba yo al corriente de la realidad Pero cuando ella sonreía Un mediterráneo fuego se posaba En el quebradizo travesaño... | |
Por un momento el tiempo suspende su peregrinaje, se libera, abre una tregua, funda cabezas de playa en el silencio y ya no lo fustigan más las ruinas enamoradas del presente. Es tan unitaria la visión, de tal modo se ha trabado lo que existe con sus picos, ruedas, garfios; de tal... | |
Eres la estrella de mar sembrada en el cielo raso El invisible metal cuyo único peso es su nombre La ola en hombros del trigo El agua plural y antepasada El astro lapislázuli El astro verde veronés El astro amarillo iluminado El astro que al encenderse pierde los colores Y la alcoba... | |
Maté la nube de mis pensamientos, cedí terreno a los pensamientos de la nube. Predije con Apollinaire las nuevas artes, advertí en un claro del bosque otras manchas verdeclaras, ardientes zonas en que pude establecer una pausa encastillada, labios que sonríen ... | |
I Has vivido ecos de un cuerpo a cuerpo Con escrituras fulminantes Y quedan en tu espalda Bordes y signos que ningún ciego sabría leer: El uñazo de la luz sobre la piedra irrefutable Mazorcas de lluvia endurecida Desgranadas sobre el más ronco tambor Ceros de agua ... | |
Un resplandor un trueno y luego nada, Hastío tal vez, Preocupación por tu cuerpo que no llega, Vigas en el ojo ajeno y en el propio, Cierta pantera prensada como flor Entre las tapas ardientes de la noche; Acaso tú Mojada fabulosamente en la esperanza, Quizá los anillos En que... | |
En cierto país, conocido por mí desde su edad larvaria (cuando apenas era en el mapa un punto rojo y vehemente), los habitantes, una vez al año, emprenden viaje masivo hacia las estribaciones del monte Zeta. Al frente van niños muy fuertes conduciendo a los hombres en vistosos... | |
Me gusta andarme por las ramas. No hay mejor camino para llegar a la punta del árbol. Por si no bastaran, me da náuseas la línea recta; prefiero el buscapiés y su febril zigzag enflorado de luces. Y cuando sueño, veo frontones apretujados de joyas donde vegetaciones de relámpagos... | |
Vida, en tus manos encomiendo las generaciones todavía plegadas a mi carne, el futuro, ensombrecido por la tardanza del colibrí, las llamaradas de nieve en el diamante y la coraza de súplicas que protege a la ruina contra el definitivo polvo. En tus manos encomiendo al que es... | |
Ahora estamos despiertos, ya no permitimos nada, no accedemos a nada, y si una flor desprendida del espino blanco nos cruza el rostro, acariciándolo con el leve tamborileo de una mariposa vespertina; nos echamos hacia atrás, ponemos en guardia repentinos enjambres, desenvainamos... | |
Este idioma brutalmente virgen y no catequizado que sin pasar por la palabra salta del aullido hasta el canto; este aire tan delgado que avanza por los rulos del sibarita sin tocarlos, este aire tan ancho como el aire es mi tropa de esquiroles, mi batallón de choque, mi sonaja... | |
Por el vértigo y para el vértigo se quiebran las tejas de las casas, los retoños apenas nacidos, los cementerios de veletas. Se despedazan después fachadas suntuarias, el huracán arrasa botones de camisa, nidos, ventisqueros, plácidas esteras navales que la marea también... | |
Amo estas manos. Destinadas por Dios para concluir mis muñecas, también son las privilegiadas que te acarician y tañen. Ante unos ojos las desperezo. Elevo el dedo meñique, tallo para la luna, espiga rematada en coraza de cal. Elevo otro dedo, el cordial y, ya con ambos... | |
Hoy tengo confianza, Hoy me hablo de tú a mí mismo, Bailo gavotas en la tarima de lava joven Y entre sílaba y sílaba, en vez de acentos, Intercalo indelebles astillas de esperanza. Y es que los muertos se desmayan Empurpurando la raíz de sus íntimas flores Y el maniquí... | |
El temporal termina cuando por cada gota de lluvia brota un pájaro sediento, Un navío de velas negras en que ventrudos fantasmas andan de puntillas Para no despertarte demasiado pronto, querido comandante Guevara. Tu muerte, distante y compartida, pasa por la garganta de los niños... | |
Aún son tus manos Las dulcísimas arañas Que suben y bajan por los hilos del arpa, Y no descansan si antes no vacían de todo fruto El nervioso follaje de la música? No quiero otra cota de mallas Ni más red aérea, Que la tejida por ti como defensa Contra las cuevas encapuchadas Con... | |
Tórnase la noche imperdonable crimen Cuando a solas, de espaldas al estío, Osamos contemplarla. Es crimen y es imperdonable Aunque los pájaros de piedra Sean todavía pisapapeles Para que la fe y el vigor, En la quinta estación, Nunca se nos vuelen. No importa que en la devota... | |
Bañarse bajo la luz de un álamo Ser todo cuanto miro En el pozo del sol. Sorpresa blanca Que te acuclillas y saltas Y me lames la mano con tu llama Y mueves cabellos Pegados al rostro con lágrimas: Vete de aquí Quema la selva de arpas Y al viento que la hace gemir Porque ... | |
Piedra imán, piedra falsa, Piedra cerrada a piedra y lodo; En mi mortero cede tu cohesión, Ahí te ablandas, te vuelves río de harina, Denso vapor que fumo en la mañana. Piedra obstinada: Una dureza más firme que la tuya prevalece: Voluntad se llama. Amor enfermo... |
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