☰ menú
 


ALFONSO REYES


listado de poemas

 
A Enrique González Martínez

Muchas sendas hollé, muchos caminos solicitaron el afán creciente, de contrastar los usos de la gente y confundirme con los peregrinos. Mezclaba los sabores de los vinos en cada clima caprichosamente, y yo no sé si ello fue prudente o si mis pasos fueron desatinos. Había que buscar la ruta cierta...

A Eugenio Florit

Florit, la primavera se desborda y vuelca Flora el azafate henchido, y la naturaleza en cada nido lanza un temblor y hace la vista gorda.¿Qué pasa entonces cuando el viento asorda y el campo es todo asombro y todo ruido, y aun el más recatado y distraído, toma el alma y la echa por la borda? ...

Apenas

A veces, hecho de nada, sube un efluvio del suelo. De repente, a la callada, suspira de aroma el cedro. Como somos la delgada disolución de un secreto, a poce que cede el alma desborda la fuente un sueño. ¡Mísera cosa la vaga razón cuando, en el silencio, una como resolana me baja...

Ausencias

De los amigos que yo más quería y en breve trecho me han abandonado, se deslizan las sombras a mi lado, escaso alivio a mi melancolía. Se confunden sus voces con la mía y me veo suspenso y desvelado en el empeño de cruzar el vado que me separa de su compañía. Cedo a la invitación...

Caravana

Hoy tuvimos noticia del poeta: Entre el arrullo de los órganos de boca Y colgados los brazos de las últimas estrellas, Detuvo su caballo. El campamento de mujeres batía palmas, Aderezando las tortillas de maíz. Las muchachas mordían el tallo de las flores, Y los viejos sellaban...

Caricia ajena

Exhalación clara que anhelas —a no perturbar un temblor— por iluminar si desvelas, por dormir si enciendes amor. Desde el hombro donde reposas, caricia ajena, ¿cómo puedes regar todavía mercedes en complacencias azarosas? Tu fidelidad sobrenada en vaga espuma de rubor, y te vuelves...

Consejo poético

La cifra propongo; y ya casi tengo el artificio, cuando se abre el precipicio de la palabra vulgar. Las sirtes del bien y el mal, la torpe melancolía, toda la guardarropía de la vida personal, aléjalas, si procuras atrapar las formas puras. ¿La emoción? Pídela al número que mueve y gobierna...

El llanto

Al declinar la tarde, se acercan los amigos; pero la vocecita no deja de llorar. Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos, pero sigue cayendo la gota de pesar. No sabemos de donde viene la vocecita; registramos la granja, el establo, el pajar. El campo en la tibieza del blando sol ...

El verdugo secreto

Vives en mí, pero te soy ajeno, recóndito ladrón que nunca sacio, a quien suelo ceder, aunque reacio, cuanto suele pedir tu desenfreno. Me quise sobrio, me fingí sereno, me dictaba sus máximas Horacio, dormí velando, festiné despacio, ni muy celeste fui, ni muy ...

Glosa de mi tierra

Amapolita morada del valle donde nací: si no estás enamorada, enamórate de mí. I Aduerma el rojo clavel, o el blanco jazmín, las sienes; que el dardo sólo desdenes, v sólo furia el laurel. Dé el monacillo su miel, y la naranja rugada, y la sedienta granada, zumo y sangre —oro y rubí—; que yo te prefiero...

Ifigenia cruel (Fragmento)

Os amo así: sentimentales para mí, haciendo, a coro, para mí uso, un alma donde vaya labrada la historia que me falta, con estambre de todos los colores que cada una ponga de su trama. Tal vez me apunta un resabio de memoria hechas de vuestras ansias naturales, y en el imán ...

Ifigenia Cruel (I)

Personas: Ifigenia, sacerdotisa y sacrificadora Orestes, náufrago Pílades, su amigo Toas, rey de los tauros Pastor, mensajero de noticias. Coro de mujeres de Táuride. Gente marinera y pastores, adornados con curnecillos. TARDE, COSTA DE TÁURIDE, CIELO, MAR, PLAYA, ...

Ifigenia Cruel (II)

II CORO Pero callemos, que un pastor color de tierra, vago engendro de lanas y hojarasca, se acerca aquí, como bulto que echa a andar, filtrando una mirada de ansia y susto por entre el heno de la barba y las cejas. Con el cayado sólo bate el aire, y parece irradiar palabras con la honda; ...

Ifigenia Cruel (III)

III Entran hombres con los cautivos atados. ORESTES atado, apedreado, delira así: Cabra de sol y Amaltea de plata que, en la última ráfaga, suspiras aire de rosas, palabras de liras, sueño de sombras que los astros desata; al viejo Dios leche difusa y grata, y, ...

Ifigenia Cruel (IV)

IV Toas y el séquito. Suspensión entre los que llegan y los que estaban presentes. TOAS Soy el rey Toas, de leves pies como las aves. Como quien manda, olvido mis cuidados por el oír el rumor que corre el pueblo. Hecha de mar y roca, alta señora, sacerdotisa que llevas la clava ...

Ifigenia Cruel (V)

V ORESTES ¿Diré, Pílades, el nombre que azuce las bandadas de nombres temerosas? Evitaré más bien el torbellino que alzan los vientos súbitos, y habré de conducirla paso a paso, como a ciega extraviada que tantea el camino, hasta dejarla donde la perdí. ...

La amenaza de la flor

Flor de las adormideras: engáñame y no me quieras. ¡Cuánto el aroma exageras, cuánto extremas tu arrebol, flor que te pintas ojeras y exhalas el alma al sol! Flor de las adormideras. Una se te parecía en el rubor con que engañas, y también porque tenía, como tú, negras ...

La señal funesta

Si te dicen que voy envejeciendo porque me da fatiga la lectura o me cansa la pluma, o tengo hartura de las filosofías que no entiendo; si otro juzga que cobro el dividendo del tesoro invertido, y asegura que vivo de mi propia sinecura y sólo de mis hábitos dependo...

La tonada de la sierva enemiga

Cancioncita sorda, triste, desafinada canción; canción trinada en sordina y a hurtos de la labor, a espaldas de la señora; a paciencia del señor; cancioncita sorda, triste, canción de esclava, canción canción de esclava niña que siente que el recuerdo le es traidor; canción de limar cadenas debajo...

Para un mordisco

Propio camaleón de otros cielos mejores, A cada nueva aurora mudaba de colores. Así es que prefiriera a su rubor primero El tizne que el oficio deja en el carbonero. Quiero decir ( me explico ): la mudanza fue tal, que iba del rojo al negro lo mismo que Stendhal. Luego, un temblor de púrpura...

Quédate callado...

Quédate callado y solo: casi todo sobra y huelga. De la rama el fruto cuelga y la rosa del pecíolo, no a efectos del querer sólo, sino a la inerte ceguera que la visión exagera en alcance y en sentido; y lo que cantas dormido es tu canción verdadera. Quédate solo y callado: casi todo huelga ...

Visitación

Soy la Muerte— me dijo. No sabía que tan estrechamente me cercara, al punto de volcarme por la cara su turbadora vaharada fría. Ya no intento eludir su compañía: mis pasos sigue, transparente y clara y desde entonces no me desampara ni me deja de noche ni de ...