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ANTONIO PLAZA


listado de poemas

 
A una niña

Niña gentil que a la vida despertaste alegre ayer, como en Oriente despierta la luz al amanecer. Niña, que del oro cielo viniste al mundo a caer, como aljofarada gota del nítido rosicler. Y en inmaculada cuna te remeciste después, como ilusión que se mece del sueño al dulce vaivén. ...

Amor

¿Por qué si tus ojos miro me miras tú con enojos, cuando por ellos deliro, y a la luz del cielo admiro en el éter de tus ojos? Cansado de padecer y cansado de cansarte, y queriendo sin querer, finjo amor a otra mujer con la ilusión de olvidarte. No es mi estrella tan odiosa: que en fugaces amoríos, ...

Cantares

Te adoré como a una virgen cuando conocí tu cara; pero dejé de adorarte cuando conocí tu alma. Cuestión de vida o muerte son las pasiones, si alguien lo duda, deja que se apasione. Las heridas del alma las cura el tiempo, y por eso incurables son en los viejos. Los astros serán, mi vida, ...

Déjala

¡Déjala! Toma niña, este búcaro de flores; tiene azucenas de gentil blancura lirios fragantes y claveles rojos, tiene también camelias, amaranto y rosas sin abrojos, rosas de raso, cuyo seno ofrecen urnas de almíbar con esencia pura, que en sus broches de oro se estremecen. Admítelas, amor ...

Desencanto

Nuestra senda regada está de llanto, el placer del placer es el suicidio, detrás de la ilusión está el fastidio y detrás del fastidio el desencanto. Lleno yo de fastidio y de quebranto, sin fuerza ya contra la suerte lidio, y muerto para el mundo, sólo envidio a los muertos que guarda el camposanto. ...

Hojas secas

Tú despertaste el alma descreída del pobre que tranquilo y sin ventura, en el Gólgota horrible de la vida agotaba su cáliz de amargura. Indiferente a mi fatal castigo me acercaba a la puerta de la parca más infeliz que el último mendigo, más orgulloso que el primer monarca. Pero te amé; ...

Nada

Nadaba entre la nada. Sin empeño a la vida, que es nada, de improviso vine a soñar que soy; porque Dios quiso entre la nada levantar un sueño. Dios, que es el Todo y de la nada es dueño, me hace un mundo soñar, porque es preciso; El siendo Dios, de nada un paraíso formó, ...

No te olvido

¿Y temes que otro amor mi amor destruya? qué mal conoces lo que pasa en mí; no tengo más que un alma, que es ya tuya, y un solo corazón, que ya te di. ¿Y temes que placeres borrascosos arranquen ¡ay! del corazón la fe? Para mí los placeres son odiosos; en ti pensar es todo mi placer. ...

Siempre solo

¡Siempre solo! Si de la aurora diamantina se dibujan los célicos albores los pájaros del viento moradores al éter mandan su canción divina. Y si el sol orgulloso se reclina sobre un lecho radiante de colores, llenas de amor las carminadas flores entreabren su corola purpurina. Todos tienen un ser ...

Una lágrima

I Yo, mujer, te adoré con el delirio con que adoran los ángeles a Dios; eras, mujer, el pudoroso lirio que en los jardines del Edén brotó. Eras la estrella que radió en Oriente, argentando mi cielo con su luz; eras divina cual de Dios la frente; eras la virgen de mis sueños, tú. ...