Pobre de mi alma que derrocha en reproches,
Inerte la cara, dolientes las noches,
Le duele de muy dentro tus lágrimas de cascada,
Se ahoga, se encorva en la sombra del sediento,
Y te mira callada, postergando las ansias,
Se ancla a las noches entre los abrazos,
Pobre de mi alma que llora en silencio,
Que canta lamentos, calzando quimeras,
Pobre de ella que camina mustia en las praderas
y se recuesta en los ojos de tus primaveras.
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