Para mí, en el mundo, todo es triste;
y en la vida, ya nada me preocupa,
pues lo que falta en mis sentidos
–casi perdidos–
se los lleva un jinete
en un caballo blanco a su grupa.
Ya no sé si delirio
y pierdo la razón,
sólo sé que este martirio
mortifica mi ajado corazón.
Ya nada me satisface,
ya nada me ilusiona.
Ya nada me place;
y mi hombría me abandona.
Y cuando todo lo haya perdido,
y de este mundo me haya ido;
en la otra vida,
¿mi espíritu tendrá acogida?
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