He preferido aliarme con el miedo y jugar,
con sus cartas ya marcadas he sabido
que la noche es oscura porque es noche,
y que la nieve es fría como el hielo.
Que el amor es azul color de cielo
y la ausencia hace juego con estrellas
haciendo que el amor se vuelva negro.
Que la esperanza es de un verde
que no cambia
aunque pasen diez siglos de silencios.
Sin ya tener camino he vuelto hasta mi cama
para dormir despierto;
para soñar con vértices cuadrados
que confundan el dialogar del pensamiento.
Ya no presagio ni temor ni miedo,
dejo que el corazón hecho hojalata
con su ridículo latir equivocado
me suene a golpes de latones viejos.
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