(En mí, por otra parte, calmo dormitorio,
necia, entre paréntesis,
como si no entendiera que esto se acabó:
Atrás de las ventanas, aúlla la Patria, la escucho hasta
aquí,
donde llegué, aunque no fuera huyendo de su dolor.
Patria es una loba herida.
Es la leona privada de su cachorro.
Es las decapitaciones,
las cabezas trocadas que no cicatrizan en tronco ajeno,
los tórax que no retoñan,
los dedos mutilados para fungir de papeletas de cobranzas.
Es la puja sin parto.
Es el oro que se pudre:
es un soldado en cada hijo te dio.)
(
cual leona y loba ni qué ocho cuartos:
lo que anda y vuela y nada por la falda de la
Patria son
coyotes, el pez cola de espada, llamado
Moctezuma,
las tarántulas del Pedregal de San Ángel,
el armadillo, los pájaros de brillantes plumajes,
serían sus cachorros,
con los cocodrilos,
entre rebozos y jeans y un montón de terlenka y
pilas de cocaína.
Patria es un pez cola de espada herido,
un armadillo desollado,
un colibrí al que han hecho comer bolitas de
plomo,
y llora.
Su falda: de serpientes.
Llora mi Patria colibrí).
(Lo que sí: el oro podrido, eso que ni qué.)
(En cuanto a los peces:
les nacen orejas como al burri,
les brotan oídos
complicados
laberintos.
Escuchan:
¡acorrer, cabroncitos, fuera del agua!,
¡a ver cómo le hacen!
Tragan tesonudos el duro oxígeno,
se mantienen vivos,
o eso creen.
De tan muertos,
van directo a la sartén
del placer ajeno.)
De: La patria insomne