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Biblioteca de José Luis Martínez

Aquí no hay muertos.

Ramón, a la mitad del foro,
lee un poema con sabor a chía y ajonjolí.

Rulfo vino a buscar a Juan:
un instante de luz en las palabras.

Gorostiza envuelve en llamas
la soledad de los pasillos
por donde José Luis Martínez,
bibliófilo celeste,
coloca libros detenido en el espacio,
suspendido en el tiempo.

El alma se hace enorme,
el hombre empequeñece.



De: Verdad posible


EDUARDO LANGAGNE




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