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Estos años

padre no te importe si los otros se espantan
con tu hijo de ojos vivos y cabellos siempre desaliñados

Lêdo Ivo


            Desde Nicolás:
Padre,
mis ideas no están sólo
en las notas que extraigo al piano,
taciturno mueble, conservador, oscuro,
al que le exijo actualizarse.

Mi pensamiento hace florecer las plantas,
abre las flores
y provoca que el limonero del jardín
dé limones más dulces y más grandes.

Mis ideas no se marchitan
como las flores del jarrón.

Mis ideas descienden la escalera en calzoncillos,
salen por la ventana de la sala,
se acuestan desnudas en el pequeño jardín
y lo vuelven tan inmenso como los sueños.

No te importe si convenzo a la noche
de dibujar conmigo trazos que son incomprensibles
para ti y los invitados a la cena.

Los cuadros multiplican sus colores
y los grabados en blanco y negro
delinean mejor sus contornos.

Los adolescentes somos los corazones del mundo.
O las manos de un Dios
escribiendo poemas para el mundo violento.

Los adolescentes somos el limonero que crece en el jardín,
los colores de los cuadros.

Hacemos florecer la vida
y por eso sorprendemos tu convicción adormecida,
tu olvidado anhelo,
tu ilusión domesticada.

Somos las melodías del mundo,
siempre capaces de hacer nuevos sonidos para ustedes,
comedidos oficiantes de lo predecible.

Tus ideas también
bajaban la escalera en calzoncillos,
tu pensamiento se iba de casa,
tus ilusiones se salían en las noches a escondidas.

Padre, confía en mí,
que yo puedo ayudarte
a encontrar esos sueños nuevamente.



De: Lo que pasó esto fue


EDUARDO LANGAGNE




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