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El éxtasis del silencio

Del viejo parque en el rincón lejano,
echo para el amor tibio y discreto,
aspiraba el secreto
de la muda caricia de tu mano...

Todo callaba en torno
solamente en alas del ambiente,
un concierto de aromas ascendía
alrededor de tu alma y de la mía,
callaban brisas, pájaros y fuentes...

Y no fueron entonces
ni tu ojos entornados de dicha,
ni lo rojos claveles de tus labios
en que abreva mi inacabable sed
que se renueva a cada beso tuyo,
no tus senos en flor, no los hechizos
de la rubia cascada de tus rizos,
no tu carne gentil de adolescente
ni el rosa nacarado de tu frente
la causa de aquel éxtasis profundo...

Fue tu silencio solo,
compañero de mi muda tristeza,
mensajero de una vaga ascensión
fuera del mundo. Yo te invite a callar,
con la mirada suplicante de amor,
trémula nada me respondiste, y con
el santo miedo de romper el encanto,
sobre tus labios colocaste un dedo...

La noche vino, desplegó su manto,
una calma triunfal, un gran reposo
cruzó por el recinto misterioso.
¡Y no has sido jamás como aquel día,
tan mía, tan intensamente mía!...


ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ




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