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Discurso sobre los cangrejos

En la costa se afirma que los cangrejos
son animales hechizados
y seres incapaces de volverse
para mirar sus pasos.
De las tercas mareas aprendieron
la virtud del repliegue,
el ocultarse
entre rocas y limo.

Caminantes oblicuos,
en la tenacidad de sus dos pinzas
sujetan al vacío que penetran
sus ojillos feroces como cuernos.

Nómadas en el fango o habitantes
en dos exilios:
extranjeros
ante los pobladores de las aguas
y ante los animales de la tierra.

Trepadores nocturnos,
armaduras errantes,
hoscos y eternamente fugitivos
que van rehuyendo la inmortalidad
en imposibles círculos cuadrados.

Su frágil caparazón
incita al quebrantamiento,
al pisoteo.

(Hércules vengó así la mordedura,
y Juno que lo envió contra este obsceno
personaje de feria,
contra este charlatán de la edad heroica,
para retribuirlo situó a Cáncer
entre los doce signos del Zodíaco,
a fin de que sus patas y tenazas
encaminen al sol por el verano
—el tiempo en que germinan las semillas.)

Ignoro en cuál momento dio su nombre
a ese tumor que rompe los tejidos
y aún al comenzar el final tercio
del siglo veinte
permanece invencible
—y hasta su mención para que el miedo
cruce el rostro de todos los presentes.



De: No me preguntes cómo pasa el tiempo (1964-1968)


JOSÉ EMILIO PACHECO




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