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Mea Culpa

Desde su gestación en la grávida tierra
yo pude contemplar, maravillado,
iniciar, reanudarse una vida a la mía confiada,
el milagroso germinar de la semilla,
la nueva luz en ojos que en mi se abrieron
a absorber el mundo oscurecido mil veces antes,
sobre los que cerró una muerte siempre vencida.

Pude después paliar el primer llanto,
acariciar el fruto,
adivinar el sueño plácido de la cuna,
mecida por los siglos del mar que la sustenta,
que le infunde y tributa coral inmóvil
y ágiles peces de plata,
bautismo de la sal en su sonrisa,
caracolas de nácar a su oído.

Pude en él renacer, alba y rocío,
contemplarme a mí mismo,
Narciso y Dios frente a su propio barro ennoblecido,
asomar a la vida curiosidad, asombro y esperanza,
mi timidez trocada en su audacia sin anclas,
mis manos en las suyas
cortar la flor del mundo y aspirar su perfume,
envejecer a tiempo de ser de nuevo joven, ser a la vez capullo y mariposa.

Yo recibí legado, eslabón y simiente
a eternizar la vida destinado,
pasos que proseguir sin detenerse
por los montes del tiempo delegado,
tesoros que entregar,
antorcha con que alumbrar la tierra,
el mar, el aire,
llama para incendiar crepúsculos y auroras.

Pero, héme aquí, ya al borde,
a la orilla del tiempo y la ceniza,
eco sin voz, con ella desgarrada,
depósito de siglos en derrota,
Muerte triunfal en árido balance, consumada traición,
desistimiento del Divino Mandato
que urdió en Amor el río de mis venas
secas hoy, por mi culpa, para siempre...



De: Soneto de Navidad y Año Nuevo: Mea culpa


SALVADOR NOVO




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