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Veinticinco de abril, temprano

Desde el umbral de mi jornada
Miro el limpio tamaño de las horas
Frescas y ociosas
Dispuestas y en espera de su huésped

Y el amor ya está allí

Siempre lo miro desplegarse
Tan adelante de mi centro
Siempre sigo su onda apresurándome
Pisando sólo el borde de sus aguas

Desde la puerta de mi día
Admiro su zancada desmedida
Contemplo su certeza ingobernable
Y tempranera como el verbo

Haciendo ya mi mundo.


De: Lapso
9 de la serie Pocos días


TOMÁS SEGOVIA




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