¿No será mal negocio este que somos
de besos y de piernas y de pieles?
A diario hacemos cuentas y balances,
a diario negociamos
con nuestros cuerpos y con nuestras almas.
Inútilmente, a ciegas, sordos.
Inútilmente. Inútil.
Los dos robamos.
Ambos somos venales.
Nos vigilamos, nos enternecemos.
Yo acaricio el talón de esta mujer,
muy suavemente
con la yema de la yema de los dedos
buscando el punto débil,
el talón del talón,
el atajo más corto
al inhollado centro su vida.
Inútilmente. Inútil.
Y ella me toca a mí y me mira
completo, con sus manos omnimodas.
Busca un hueco en el torso, una fisura
para hundir el brazo
tras tesoros supuestos.
Inútilmente. Inútil.
Tal vez, acaso, a lo mejor, quizá, en el fondo,
dicho de algún modo, en cierta forma, entonces,
no lo sé, es posible;
no nos hemos tocado,
ni nos conocemos
ni hemos estado aquí,
ni importa a nadie lo que nos suceda;
y no somos humanos
ni hemos sentido adentro cosa alguna
murallones calizos y abstrusos de la costa
que se miran sin ojos y sin verse
ni somos nadie
ni existimos
ni nada.
De: La zorra enferma