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Sonetos mayas

I

Incendio verde y sol alucinante
gimen bajo la selva indescifrada.
En la quietud la línea dibujada
fina y sombría de un jaguar flotante.

El cielo ahoga nubes rebosante
para hechizarlas en su boca alada.
Mientras las ruinas en su marejada
inventan al silencio cada instante.

Lengua de magia. Ojo de serpiente.
Clave de soledad que arrastra el viento
en signos de copal y de tormenta.

Espumas de violencia incandescente
violan la oscuridad. Por el momento
se desenrosca el tiempo en forma lenta.


II

Como quien dice la leyenda rota.
Como quien muere sin soñar el ruido.
Entre el cero y el orden invertido
un temporal de lenguas que se agota.

Confiscado esplendor que se remota
a un oleaje de espadas y de olvido.
Violenta soledad. Cielo vencido
por el alba inmoral de la derrota.

Cuenta de vidrios. Púa de la historia.
Llanto a perpetuidad. Casa vacía.
Templo sin regocijo ni memoria.

La cultura fugaz enmascarada.
El caracol sin aire. Poesía
en las ruinas del tiempo derrumbada.


III

La soledad del mito que perdura
embellece de escombros su reposo.
Cae el silencio a plomo silencioso
y queda en su prisión la arquitectura.

Nace el recuerdo en sombras. Apresura
el desastre de un canto luminoso.
El jade en su belleza rencoroso
oculta un rostro de mirada oscura.

La gracia del quetzal los deja impares.
La estela guarda sombras persistentes.
El agua. El fuego. El sol. La monja aflora.

Se hace ceniza el hombre en los altares.
La sangre sangra cruces. Los ausentes
cubren de polvo al ojo de la aurora.



De: La palabra callada (1951-1988)


FERNANDO SÁNCHEZ MAYANS




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