Mi antagonista (que soy siempre yo) me dice:
Muy sencillo. Has resuelto tu problema
como Spinoza, "more geometricum":
un lugar, una forma para permanecer
y una función, quizá, para cumplir.
Pero se te ha olvidado decir quién supervisa
la coincidencia exacta
entre el tornillo y lo demás; quién firma
el visto bueno de los hechos. Quién...
y, en todo caso, para qué. O por qué.
Pues, evidentemente, nunca has pensado en esto
sino en salir del paso y ponerte a vivir
como si fuera necesario. En fin, muy femenino.
Pero, por Dios ¿no tienes vergüenza del mendrugo
que masticas, día a día, tan trabajosamente?
¿No te sublevas contra esta tarea circular
de mula en torno de la noria? Al menos
exige que e pongan anteojeras
para no ver que estás siempre en el mismo sitio.
¿Sabes? La metafísica dora todas las píldoras
sirve de colagogo, lo mismo que la ética.
No la desprecies tanto, pues yo no eres tan joven.
Y la precisarás, como a la religión,
o cualquier otra droga cuando venga
el verdadero tiempo de agonía.
De: Poesía no eres tú
|