☰ menú
 


listado de poemas por primeros versos letra n

a-b-c-d-e-f-g-h-i-j-k-l-m-n-o-p-q-r-s-t-u-v-w-x-y-z

142 poemas con la letra "n"

. < 1 2 3

Predestinación de Carmen Alardín
No sabes que te amo desde que llueve en Compostela, desde que el semen corre unido con la sangre de las guerras floridas. No sabes que te amo porque en noches de luna eres un lobo cuyo aullido penetra los rincones oscuros de mi cuerpo, y al alba eres el águila que alcanza...
He allí la vida de Jaime Augusto Shelley
No se ama mucho o poco. Se entrega uno, decididamente, en un abrazo que dura toda la vida al ser que palpita en el encuentro: puede cambiar la persona, el ser sigue siendo el mismo. No se ama a veces, o porque sí. Se es siempre ese otro hecho vida presente y temporal. El amor no tiene futuros, ...
Voz de mis soledades (III) de Elías Nandino
No sé cómo mirar para encontrarte, horizonte de amor en que me excito, distancia sin medida donde habito para matar las ansias de tocarte. No sé cómo gritar para llamarte en medio de mis siglos de infinito donde nace el silencio de mi grito movido por la sangre de buscarte. Mirar ...
Aventura de Elías Nandino
No sé cómo viniste hasta mis manos a llenar las tinieblas de mi lecho, y a juntar tus encantos con mi pecho realizando las horas que gozamos. Aventura perfecta que libamos en un secreto, bajo el mismo lecho, hasta llegar al goce satisfecho y sin saber por qué nos encontramos. ...
Lamentación por una perra (4) de Eduardo Lizalde
No se conforma con hincar los dientes en esta mano mansa que ha derramado mieles en su pelo. No le basta ser perra: antes de morder moja las fauces en el retrete. (Selección: Juan Domingo Argüelles)
Del adiós de Jaime Sabines
No se dice. Acude a nuestros ojos, a nuestras manos, tiembla, se resiste. Dices que esperas te esperas desde entonces, y sabes que el adiós es inútil y triste...
Oreja de Griselda Álvarez Ponce de León
No sé por qué veredas de dulzura el aire va corriendo hacia tu encuentro; hay algo en la mañana que por dentro un rio de sonidos te murmura. Parecería un himno de ternura que en tu profundidad hallara centro o que buscando protección, adentro las palabras encuentran...
Triste de Alejandro Aura
No se puede escribir si se está triste, el oficio se atasca, predomina la línea pedregosa por la que no puede fluir ni una palabra cierta, el paisaje es escombro de nombres sin sentido y los ojos erráticos no se pueden fijar en cosa alguna, transcurre un coche despacio por el siglo pasado ...
Voz de mis soledades (II) de Elías Nandino
No sé quién soy en esta llama cruenta de angustia, de dolor, de goce y llanto, en que nace el misterio de un encanto que destruye mi vida y la alimenta. No sé quien soy en esta red que inventa peces de espuma en vértigos de espanto y un venero de siglos que levanto para saciar la sed ...
Templo II de Ramón Xirau
No sé si el tiempo nos busca anillo de luz no sé si las naves azules ven olas de luz en el camino del templo. No sé si las miradas de las olas renacen en las hojas, en las yedras, en las arenas. Las encrucijadas del viento, las ferias de la mañana encienden, noche adentro, ...
Igual que en el grabado de Escher de Eduardo Langagne
No sé si subo o bajo la escalera Si desde arriba ya alcancé el peldaño No quiero más abajo hacerme daño —descender o ascender lo hace cualquiera— Si desde abajo encuentro la manera Puedo alcanzar el linde de lo extraño Si bajando traspaso la frontera Si subiendo traspaso...
Hechicera de Luis G. Urbina
No sentí cuando entraste; estaba oscuro, en la penumbra de un ocaso lento, el parque antiguo de mi pensamiento que ciñe la tristeza, cual un muro. Te vi llegar a mí como un conjuro, como el prodigio de un encantamiento, como la dulce aparición de un cuento: blanca de nieve y blonda de oro puro. ...
Anti-yo de Tomás Segovia
No soy el que yo digo Soy el que dices tú Me traiciono por ése Mi doble que el amor y la impiedad figuran Dinamito mi suelo alegremente Con tu risa me río de mi gloria Pulverizamos la complicidad con que me miro sin tus ojos Me salgo de mis pieles Me abalanzo a habitar...
Canción de seguimiento de Gabriel Zaid
No soy el viento ni la vela sino el timón que vela. No soy el agua ni el timón sino el que canta esta canción. No soy la voz ni la garganta sono lo que se canta. No sé quien soy ni lo que digo pero voy y te sigo.
No lo puedo evitar de Sabeli Ceballos Franco
no te imaginas qué bien me veo hoy con el orgullo abanderando la cabeza con qué garbo me iré andando hacia [el trabajo con la sonrisa terca como una etiqueta que se asoma por [el vestido ¡qué buen porte! dirán los que me [vean ¿a qué se debe? inquirirán muertos ...
Muerte niña de Carmen Alardín
No temas, niña sola cruza el salón despacio porque el eco es enorme y podrá degollarte las pisadas. Abrázate a tu sombra si es preciso, si no logras llegar, mejor no vuelvas, porque no es justo...
Piedras de Eduardo Langagne
no tenemos la casa todavía. tenemos piedras; algunas. trozos de pan, algo de vino tenemos pero la casa no; sin embargo tenemos oscuridad, porque luz no tenemos todavía; tenemos algunas lágrimas y besos. otras cosas igualmente ridículas tenemos, pero la casa no. ...
Nocturno de Carlos Pellicer
No tengo tiempo de mirar las cosas como yo lo deseo. Se me escurren sobre la mirada y todo lo que veo son esquinas profundas rotuladas con radio donde leo la ciudad para no perder tiempo. Esta obligada prisa que inexorablemente quiere entregarme el mundo con un dato pequeño. ...
Nocturno de Carlos Pellicer
No tengo tiempo de mirar las cosas como yo lo deseo. Se me ocurre sobre la mirada y todo lo que veo son esquinas profundas rotuladas con radio donde leo la ciudad para no perder tiempo. Esta obligada prisa de inexorablemente quiere entregarme el mundo con un dato pequeño. ¡Este mirar...
no termino de acostumbrarme... de Rogelio Guedea
no termino de acostumbrarme a ver mi casa rodeada de tanta agua. me duelen los barcos de cádiz. me duelen los pañuelos del adiós. extraño los mercados de oaxaca. extraño a la tía tita. ¿te acuerdas de la tía tita? por qué no la olvido. mujer. por qué la tía tita viene como ola ...
Para que entre tu cuerpo de Patricia Medina
No tienes nombre, pero llevas tu origen ceñido a mi garganta como un collar de fuego que me abre las puertas para que entre tu cuerpo. Bienvenido, tú, el vulnerable, a quien contengo y doy a luz. Yo soy la odiada cuando me creés silicio, carcelera, corazón confuso. Espectral es la carne ...
Colibrí 50 de Thelma Nava
No transcurre el tiempo cuando la soledad del hombre está desierta los actos cotidianos nos sitian estrellas como estatuas apagadas velan nuestro silencio Acaso el roce de la música suscita un movimiento un gesto un pequeño...
Aquí de A Aa. No Va Aqui
no va
Anverso de Homero Aridjis
No veo tu sonrisa entre mis labios apurar la prolongada espera en tu abandono de luciérnaga a la noche; sólo tengo asida entre mis brazos la inexpresable lucha de penetrar en el bosque sin fondo de tu sueño que empieza en la penumbra. Sólo el afán de arañar las escamas de la tierra ...
La caída de Leticia Luna
No volveremos nunca a ver la caída de la estrella en el charco a caminar los desiertos de luna con el Sueño que nos enlazó el ombligo No se verán más lágrimas en el dolor del cementerio que ve partir a los amigos No más el polvo del eucalipto y el ciprés cubriendo el Tercer Mundo con la estela...
Unidad de Amado Nervo
No, madre, no te olvido; mas apenas ayer ella se ha ido, y es natural que mi dolor presente cubra tu dulce imagen en mi mente con la imagen del otro bien perdido. Ya juntas viviréis en mi memoria como oriente y ocaso de mi historia, como principio y fin de mi sendero, ...
Meditación en el umbral de Rosario Castellanos
No, no es la solución tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoi ni apurar el arsénico de Madame Bovary ni aguardar en los páramos de Ávila la visita del ángel con venablo antes de liarse el manto a la cabeza y comenzar a actuar. Ni concluir las leyes geométricas, contando las vigas ...
Reflexiones de Laura Cárdenas
No, yo no puedo echarle la culpa a él. Si cuando nos casamos hubiera entendido que no había necesidad de tants cosas, que no iba a pasar nada, que el suelo no se iba a resquebrajar ni caer uuna gran tormenta cuando yo bajara y oyera mi voz. Pero me forcé, quise ser una mujer como todas, ...
Salmo del fuego de Manuel José Othón
Noche muy negra. Un paso: la cañada defendida por ásperos pretiles. Abajo, la planada; arriba, envuelto entre la sombra helada, el enorme talud de los cantiles. Ni follaje, ni abrigo que proteja al viajero perdido de la negrura; que hace cientos de años, tal vez miles, bajaron, . ...
Nombra el poeta... de Eduardo Lizalde
Nombra el poeta con un silencio ante la cosa oscura, con un grito ante el objeto luminoso. Pero ¿qué cosa dicen de las cosas los nombres? ¿Se conoce al gallo por la cresta guerrera de su nombre, gallo? ¿Dice mi nombre, Eduardo, algo de mí? Cuando nací ya estaba creado el nombre, ...
Niña de Octavio Paz
Nombras el árbol, niña. Y el árbol crece, lento, alto deslumbramiento, hasta volvernos verde la mirada. Nombras el cielo, niña. Y las nubes pelean con el viento y el espacio se vuelve un transparente campo de batalla. Nombras el agua, niña. Y el agua brota, no sé dónde, brilla ...
Nombro este mundo a ciegas... de Román Luján
NOMBRO ESTE MUNDO a ciegas, a rápidos aullidos, me erosiono. Faltan letras de molde para inventar el hambre, la espesura de saberse fragmentario. ¿Quién me escinde? ¿Qué inédita negrura se esconde tras mi sombra? ¿Es que todos los círculos se han vuelto espirales? ...
Peces de Griselda Álvarez Ponce de León
Nos bañamos de hielo en el invierno, hace tiempo de polvos otoñales, el verano con frutos estivales y de polen peligro en abril tierno. Este goce de baño tan eterno, este decir los cuerpos tan iguales entre cuernos de signos zodiacales fundidos en lo extraño y en lo interno, lavados...
Cuarteto de Pompeya de Fabio Morábito
Nos desnudamos tanto hasta perder el sexo debajo de la cama, nos desnudamos tanto que las moscas juraban que habíamos muerto. Te desnudé por dentro, te desquicié tan hondo que se extravió mi orgasmo. Nos desnudamos tanto que olíamos a quemado, que cien veces...
Retrato de familia de Eduardo Zambrano
Nos reunimos frente a la ventana. Un relámpago iluminó nuestras caras y no muy lejos escuchamos al trueno cabalgar por las nubes. El último camino hacia la tarde se perdió bajo el agua. Mamá y papá ahora están muertos, mis hermanos se han largado del retrato. ...
Nos volvemos a ver... de Salvador Novo
Nos volvemos a ver. Año tras año soñé con encontrarte en mi camino. ¡Sol de mis ojos, luz de mi destino! ¿No quisieras, mi bien, tomar un baño? Nos encontramos uno al otro extraño: Gordo tú, flaco yo ¡mundo mezquino! y me complace ver ¡oh, desatino! que hay cosas que no cambian ...
Desencanto de Antonio Plaza
Nuestra senda regada está de llanto, el placer del placer es el suicidio, detrás de la ilusión está el fastidio y detrás del fastidio el desencanto. Lleno yo de fastidio y de quebranto, sin fuerza ya contra la suerte lidio, y muerto para el mundo, sólo envidio a los muertos que guarda el camposanto. ...
Días nuevos de Enriqueta Ochoa
Nuevas vidas vendrán y se acostarán a parir un siglo solar. Nuevos días y nuevas vidas vendrán los días tiernos y verticales las vidas con la humedad del cuerpo futuro sembrando en los predios azules del amor. Las llamaradas salen sobre los altos muros que nos separan del océano...
Viejo poema deshilado de Eduardo Langagne
Número cero”, pienso, “una paja extraviada entre agujas”. Estoy solo, me entienden ciertas piezas de ajedrez antes del jaque. Estratégico alfil: valiente potro de ébano oloroso: dama que lanza entregándose a un peón negro: torre antigua derruida: indefenso...
Salmo de Nelly Keoseyán
Nunca le pregunté al destino si me tocaba seguirte. Simplemente me fui. Me desnudé y te dije: bajemos. Metámonos más hondo en el infierno. Hagamos ahí dentro en lo obscuro el paraíso del placer. Abre la puerta negra HurgaEntra Desciende el misterioso abismo. Y tu pasión fue mía ...
Nunca de Jaime Torres Bodet
Nunca me cansará mi oficio de hombre. Hombre he sido y seré mientras exista. Hombre no más: proyecto entre proyectos, boca sedienta al cántaro adherida, pies inseguros sobre el polvo ardiente, espíritu y materia vulnerables a todos los oprobios y las dichas... Nunca me sentiré rey ...
Elegía de Rosario Castellanos
Nunca, como a tu lado, fui de piedra. Y yo que me soñaba nube, agua, aire sobre la hoja, fuego de mil cambiantes llamaradas, sólo supe yacer, pesar, que es lo que sabe hacer la piedra alrededor del cuello del ahogado.